Toda persona que rente un inmueble deberá ser notificada por el dueño días con anticipación para que pueda prepararse y así abandonar la vivienda
Por: Luis Flores
Hoy en día es muy común que las personas prefieran rentar algún inmueble o departamento en lugar de construir su propia vivienda, por lo que en muchas ocasiones pueden ocurrir diferentes situaciones que pueden ocasionar que la persona que pone en renta algún inmueble ya no quiera que el inquilino siga ocupando su propiedad.
Es por ello que es muy importante que las personas que tengan inmuebles en renta sepan qué acciones pueden realizar en caso de que por alguna razón ya no se quiera alquilar el domicilio a esa persona.
¿CÓMO SACAR A UN INQUILINO DE LA PROPIEDAD?
Los arrendadores tienen el derecho de solicitar a sus inquilinos que desocupen el lugar que les están rentando, aunque un aspecto a considerar es que se deben respetar los derechos y el contrato que se haya estipulado al momento de pactar la renta.
Principalmente, es determinar por medio de razones válidas los motivos por los que se busca que el inquilino desocupe el inmueble, ya que le deberá de notificar con anticipación para que pueda prepararse para abandonar el inmueble.
Si el inquilino no quiere dejar el lugar, lo siguiente que se puede hacer es proceder con una demanda de desalojo. Pero para esto, el dueño de la casa debe de tener los documentos necesarios para poder demostrar que es el propietario del inmueble, así como las pruebas que señalan que realmente se le notificó previamente sobre el desalojo.
CLARIDAD
Para que un arrendador pueda desalojar a un inquilino, es fundamental que la notificación se le haga llegar con mínimo tres meses de anticipación al término del contrato, ya que en el caso de que no se respete esta acción, lo que puede suceder es que el inquilino puede responder argumentando que sus derechos no están siendo respetados.
Al momento de encontrarse en el proceso de solicitar el desalojo del inquilino, es fundamental que se recopile toda la evidencia posible en caso de que la situación evolucione a un problema legal, para que de esta manera la situación no se voltee en contra del arrendador y, en el caso de que se lleve a cabo algún juicio, tenga los recursos para conseguir que el inquilino se vaya.