Por: Redacción
La felicidad, tema que algunos opinan como conocedores mas no practicantes, otros la presumen practicar mas no la viven y habrá quien sólo la considere un mito, un término temporal, inalcanzable o inexistente.Es verdad que todos mencionamos que todo lo que hacemos y buscamos es ser felices, hacer felices a nuestros hijos, pareja, familia, amigos. El mundo entero sería mejor si lográramos entender esta dimensión desconocida, pero seguimos sólo quedándonos en intentos, recetas a medias, inspiraciones, momentos.
Hay muchas razones para ser feliz, pero pocos las practicamos. La felicidad se da cuando se presentan un conjunto de situaciones de bienestar que coinciden con nuestras expectativas y concepto con respecto a la misma.
Explico: Hay personas que sienten felicidad al convivir con la familia, al intercambiar comentarios positivos con amigos, tener esa reunión donde toman café y se interesan unos por otros un grupo de amigos, esto es, porque su concepto de felicidad se dirige hacia el hecho de la interacción con otras personas, a la aceptación de quienes los rodean o el logro de aquella relación personal o grupal que aprendió que debía ser prioritaria en su vida.
A pesar de lo anteriormente dicho, habrá para quien la felicidad radica en el tener o poseer: tener una excelente casa, trabajo, pareja, estudios, conocimientos, reconocimientos, logros, entre otras cosas. Aclaro, que el TENER o POSEER te hace feliz si tienes control sobre cosas, situaciones o personas, no aplica como interacción sino como dominio.
La felicidad radica en la idea o concepto que tienes de ella. Hablaba Albert Ellis en su teoría que las ideas irracionales son las que no permiten que seamos felices. Una de las principales que tenemos es el creer que alguien en este planeta tiene la OBLIGACIÓN de amarnos.
Posiblemente me dirás: Mónica, mi mamá, mi papá, mis hijos, tienen obligación. Déjame y te digo que NO.
Si tú partes de esa idea, cuando no suceda tal cosa sufrirán enormemente, porque creíste que ellos eran los obligados y no lo hicieron. Empezará el sistema de culpas para tratar de entender: “posiblemente no me amaron porque no soy buen hijo (a)” “posiblemente mis hijos no me aman porque no soy el padre o madre que debo ser” o “mi esposo (a) no me ama porque yo no hice lo necesario” y así muchos más, reproches que posiblemente no tienen fundamento, pero tampoco explicación.
Pero, ¿qué sucede si yo me programo y aprendo que NADIE tiene obligación de amarme?
Si tengo padres que me aman, daré gracias al cielo porque a pesar de no tener la obligación lo hacen con gusto, hasta sin esforzarse.
Si mis hijos me aman y no tienen obligación, qué hermoso, algo muy bueno hice para lograrlo. Mi esposo (a) me ama, qué bendición, qué regalo de la vida. Si no sucede, lo entenderé, porque ya sabía de antemano que no había obligación y que existirá quien lo haga sin ningún problema, con menor dolor y dependencia.
El aprender a desechar ideas irracionales de nuestra vida no ayuda a vivir o a sobrellevar la vida de una forma tranquila, feliz y apacible en una mayor medida que si la seguimos teniendo, manejando y alimentando.
Ser feliz es un estilo de vida, no implica que nunca nos sentiremos tristes sino que la adversidad nos será más llevadera, la veremos como una oportunidad de aprendizaje, como un momento que pasará y aunque habrá aquellos que son más largos en su proceso que otros, tendremos la seguridad de que saldremos de él, que la tormenta quedará atrás en la medida que caminamos hacia la felicidad, ya que la conocemos, la hemos vivido y podemos recuperar fuerzas para seguir en ella.
No entendamos que el que se la pasa riendo es el más feliz. A veces también son máscaras que ocultan una profunda tristeza. Este estilo de vida implica paz interior, aciertos, pero también errores que acepta y corrige, aprendizaje constante, momentos positivos, negativos y neutrales, todos superados y no estacionarios.
El entender que nuestro estilo de vida, felicidad o desgracia proviene de nuestro interior, del sistema de ideas, creencias y pensamientos es difícil, porque implica hacerme responsable de mi vida, y dejar de ser víctima de las circunstancias, del medio ambiente y de las personas que me rodean, ya no puedo culpar a NADIE de lo que siento ni de lo que soy. Es aceptar, que la única persona responsable de mis sentimientos y actuar soy YO.
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