Por: Eduardo Sánchez
Su hija lo lleva en un triciclo hasta el hospital cada vez que es necesario. El viejo hombre llora de dolor y de tristeza por haber perdido su vista y de sentirse un inútil, pero agradece al cielo tener una hija tan buena que lo cuida y lo alimenta.
Creo que lo que hay entre ellos es lo que llaman amor…
Un joven de apellido Caballero tiene a su esposa y cuatro hijos. Los seis viven en un viejo departamento de una recámara en el centro de la ciudad. Gana ciento cincuenta pesos diarios y apenas le alcanza para sobrevivir.
Por supuesto que no tienen aire acondicionado ni lujos. Me cuentan que por mínimas que sean las lloviznas el techo se les gotea.
El esposo cuando tiene chanza se avienta cuanto jalecito de albañilería o jardinería le sale, con tal de ganarse unos pesos más.
Entra temprano a trabajar y regresa tarde a casa. Con el dinero que gana no le ha alcanzado para hacerse de una casa de Infonavit, pero lo sigue intentando. Se ha cambiado dos veces de constructora porque no le resuelven su problema y, al hacerlo, dice que ha tenido que pagar ciertas cantidades de dinero para que le regresen sus papeles.
El lavadero de su departamento no sirve y la esposa se las ingenia para lavar la ropa de todos. Su hija menor ya cumplió un año y hasta el momento no han podido registrarla, pues por “x” razón no conseguían el dinero para hacerlo, ahora menos pues ya se les juntaron como seiscientos pesos que hay que pagar al Registro Civil por concepto de “inexistencia”, “la búsqueda” y otro trámite más que hay que hacer.
Mientras esto pasaba, la mamá nunca pudo aprovechar su seguro popular, pues la niña no tiene acta de nacimiento. Los niños, por el calor, están llenos de salpullido. Mal duermen cada noche. Usan una parrilla eléctrica de dos quemadores para preparar sus alimentos. A sus hijos les preguntan en la escuela los demás niños que si por qué usan tanto la misma ropa y ellos contestan que el cambio que traen puesto es el que más les gusta. Cuando alguien les regala ropa usada para ellos es como si estuvieran estrenando. Han educado a sus niños para que no se sientan mal por ser pobres y esforzarse para enfrentar los problemas. El señor, a pesar de tantas limitaciones y penurias, sigue junto a su familia y les da todo su cariño. No los ha abandonado como muchos lo hacen y dice que todo lo hace por amor…
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