La calvicie es una preocupación genuina, pues para muchos es sinónimo de vejez, edad avanzada o pérdida de la juventud
Por: Edel Osuna
La caída del cabello no es algo del otro mundo, pero para muchas personas lo significa todo, una preocupación genuina que afecta a hombres y mujeres, por lo que recurren a distintos tratamientos y métodos quirúrgicos para preservar su cabellera.
Entre esos remedios que no son caseros, pero que se corren de boca en boca está un fármaco muy recurrido: el minoxidil, el cual se usa para tratar la pérdida de cabello, pero también para la hipertensión arterial.
De acuerdo con el portal Medlineplus, este medicamento desacelera la calvicie y estimula el crecimiento del pelo; es más eficaz en menores de 40 años de edad, con pérdida reciente de cabello.
Por otra parte, el minoxidil no tiene efecto alguno en las entradas muy pronunciadas; tampoco cura la calvicie, pues gran cantidad de pelo nuevo se pierde a los meses de suspender el fármaco.
ASÍ SE DEBE USAR EL MINOXIDIL
Este fármaco viene en líquido, para que pueda aplicarse en el cuero cabelludo, con una frecuencia de uso de dos veces al día.
Además, se recomienda seguir con suma atención las instrucciones que el fabricante da en la caja o en la receta médica; además, pida al profesional de la salud o al farmacéutico una explicación de lo que no comprenda.
También es fundamental que use el minoxidil como se indica, ni aplicar ni más, ni menos, pues no potencia el crecimiento, ni tampoco la frecuencia de uso, sino que podría ocasionar efectos secundarios.
El minoxidil puede usarse por alrededor de cuatro meses y hasta muy posiblemente por un año, antes de que note algún efecto.
EFECTOS SECUNDARIOS DEL MINOXIDIL
Entre los efectos secundarios que podría provocar el uso de minoxidil están:
- Picazón
- Sequedad
- Despellejamiento
- Descamación
- Irritación o ardor del cuero cabelludo
Ahora bien, en caso de experimentar algunos de los síntomas siguientes, de inmediato acuda a su médico:
- Incremento de peso
- Hinchazón (inflamación) de cara, tobillos, manos o abdomen
- Dificultad para respirar, en especial, recostado
- Ritmo cardiaco acelerado
- Dolor en el pecho
- Aturdimiento
En caso de que no desaparezcan, debe atenderse a la brevedad.