Por: Eduardo Sánchez
El vacío es por lo que algunos matan personas y por la que otros matan animales.
Es ese vacío que tratamos de llenar con galones de alcohol y kilos de drogas de todos sabores y olores.
El vacío, esa maldición que no nos deja avanzar porque todo nos aburre. Es la vacuidad del alma la que nos vuelve pesimistas, violentos y, lo que es peor, lo que nos hunde en la apatía, alejándonos de la tan anhelada felicidad.
Pero, ¿cómo llenar ese vacío?
Se puede ir llenando poco a poco escuchando con interés a los demás, yendo a caminar sin rumbo, trazando nuevos objetivos en nuestra vida, escuchando la voz de nuestra conciencia que siempre nos está hablando pero evadimos, visitando a los amigos y familiares, ayudando al enfermo, acercándonos a la naturaleza con respeto, aceptando nuestra realidad, haciendo lo contrario a lo que todos hacen, encontrando nuestras virtudes, dejando de compararnos con los demás, leyendo buenos libros, aprendiendo a decir que no, haciendo algo por nuestra ciudad, escuchando música de calidad, repasando los valores y dándole al amor el lugar que le corresponde.
“Mi vida está hecha pedazos, que alguien me ayude a juntarlos” Faith No More
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