Por: Eduardo Sánchez
El tiempo comenzó a correr y para cuando menos pensamos, ya eran las dos de la mañana. Se sentía que unas canciones las bailaban, otras las aplaudían y en otras, ni ruido hacían. No se puede negar que pusimos buen ambiente, claro nos alivianó que estuviera el grupo norteñito alternando con nosotros para descansar a ratos y para poder cenar algo.
Para las seis de la mañana ya no aguantábamos. Estábamos bien cansados. Hartos de tocar, se podría decir. Entonces, nos dijeron que podíamos irnos a dormir un rato. Pero la fiesta siguió.
Era una buena lana y ni modo de decir que no. Nos habían quitado los celulares, así que ni como avisarle a mi vieja que nos habían doblado el contrato y que llegaría a la casa hasta el lunes. No quise ni imaginar cómo se iba a poner.
Nos dimos una arregladita y seguimos tocando, pero ya no lo estábamos disfrutando; ya era demasiado, así que decidimos empezar a pistear para agarrarle sabor a las canciones. Ya nos valió madre, pues todos andaban hasta atrás y ni cuenta se darían si la regábamos. Como a las dos horas de estar tocando escuchamos que entre los invitados se hicieron de palabras; se gritaban ofensas al por mayor, y de pronto, cuando menos lo pensamos, comenzaron los balazos; muchos balazos, y le dije a los plebes “¡tírense al suelo! ¡Tírense al suelo! De pronto los disparos y los gritos cesaron, y luego siguió un silencio sepulcral y luego lamentos. Volteé a un lado y vi un charco de sangre junto a Pedro, nuestro bajista. Le hablé, pero no contestó; los demás del grupo estaban bien, pero a Pedro le tocó un balazo. No sé cuánto tiempo paso, pero luego llegó la Policía y unas ambulancias; había varios heridos, pero no vimos por ningún lado al cumpleañero, ni a los meseros, ni nadie, sólo los heridos o muertos quedaron ahí, y nosotros entre ellos. Sentía coraje y mucho dolor por la muerte de Pedro y por lo que había pasado. Nos detuvieron hasta que se aclaró que no teníamos nada que ver, que solo éramos los músicos.
Nos regresamos derrotados a Obregón.¿qué le íbamos a decirle a la familia de nuestro compañero? Nos dejamos ir sin averiguar bien, todo por el dinero y ni nos pagaron completo, me recriminaba a mí mismo.
Unos días después recibí un mensaje de WhatsApp que decía: “compa, ya le deposité lo que estaba pendiente del contrato”.