Día de Muertos: conoce la leyenda que da origen a esta festividad

Esta tradición tiene raíces en la leyenda del Mictlán, el inframundo de las culturas prehispánicas.

Por: Andrés Manuel Contreras Alaniz

El Día de Muertos ya casi está aquí, y las familias se encuentran en plena preparación para recibir a sus seres queridos fallecidos con ofrendas que incluyen alimentos, frutas, cerveza, agua aromatizada, calaveritas de chocolate y azúcar, así como otros elementos que solían disfrutar en vida.

La creencia sostiene que los difuntos regresan para visitar a sus seres queridos los días uno y dos de noviembre, permitiéndoles saborear los manjares que solían disfrutar en su existencia terrenal.

El arraigado ritual, sin embargo, no es una novedad, sino que se basa en una leyenda con raíces en la época prehispánica, mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles a tierras aztecas.

ORÍGENES

La leyenda que da origen a esta celebración tiene sus raíces en la concepción del Mictlán, el inframundo de las antiguas culturas prehispánicas. Antes de la llegada de los españoles, los pueblos indígenas tenían su propia visión del mundo, la vida y la muerte.

La leyenda del Mictlán forma parte de la cosmogonía del México antiguo y ofrece respuestas a preguntas fundamentales sobre la existencia humana: ¿qué sucede después de la muerte? ¿Existe vida más allá de la muerte? ¿A dónde van las almas tras fallecer?

Según esta leyenda, el Mictlán representa un lugar de descanso eterno para las almas de los fallecidos y fue creado por los dioses.

De hecho, se cuenta que tras un viaje de cuatro años, donde las almas debían superar pruebas que evaluaban su fortaleza espiritual, finalmente alcanzaban la puerta del Mictlán. Allí, eran recibidas por el señor de la muerte, Mictlantecuhtli, y la diosa Mictlancihuatl, quienes gobernaban ese lugar.

La duración de cuatro años en el viaje se debía a la visión de las culturas prehispánicas, que consideraban la muerte como una transformación gradual. Cuatro años representaban el tiempo que llevaba que un cuerpo se descompusiera por completo. En estas culturas, se acostumbraba a mantener los cuerpos de los fallecidos cerca hasta que se convirtieran en huesos, señal de que habían llegado a su destino.

No obstante, el Mictlán no era el único destino de las almas según la leyenda. Existían otros tres lugares a los que las almas llegaban dependiendo de las circunstancias de su muerte:

  • El Chichihuacuauhco: un lugar destinado para los niños fallecidos, donde eran cuidados hasta su próxima reencarnación.
  • El Tonatiuh Ilhuícatl: un cielo bajo el dominio del dios del Sol, donde descansaban los guerreros sacrificados en tributo y las mujeres que morían durante el parto.
  • El Tlalocan: donde llegaban las almas de quienes habían fallecido por ahogamiento o relacionado con el agua, siendo gobernado por el dios Tláloc.

Es importante destacar que, para alcanzar el Mictlán, las almas debían atravesar nueve universos, dimensiones o niveles descendentes en su travesía.