México cuenta con una amplia diversidad en el mundo canino, portadoras de una rica herencia cultural y espiritual
Por: Araceli Rodríguez
Las razas de perros mexicanos no solo forman parte del rico patrimonio geográfico del país, sino que también están profundamente entrelazadas con la historia y cultura de sus habitantes.
Desde tiempos prehispánicos, estos caninos han sido compañeros inseparables, no sólo en la vida cotidiana sino también en la espiritualidad y mitología de las civilizaciones antiguas.
La Federación Canófila Mexicana (FCM) reconoce oficialmente tres razas autóctonas que reflejan este legado ancestral: el Chihuahua, el Xoloitzcuintli y el Calupoh.
CHIHUAHUA
El Chihuahua, conocido también como chihuahueño, es una de las razas más emblemáticas de México. Su nombre proviene del Estado de Chihuahua, que en el pasado era el hábitat natural de estos pequeños canes en estado silvestre.
Se dice que el Chihuahua desciende del techichi, una raza extinta que los toltecas consideraban como un compañero espiritual. Este pequeño perro es reconocido por su tamaño minúsculo, convirtiéndose en la raza de perro más pequeña del mundo.
El origen exacto del Chihuahua sigue siendo objeto de debate entre los investigadores. Algunos sugieren que podría estar emparentado con los perros miniatura chinos, mientras que otras teorías apuntan al zorro fenec, un animal originario de África y Arabia, como su posible ancestro.
A pesar de su pequeño tamaño, el Chihuahua tiene una personalidad notablemente vivaz. Su temperamento puede ser nervioso y, en ocasiones, malhumorado, pero una crianza adecuada puede convertirlo en un excelente compañero.
XOLOITZCUINTLE
El Xoloitzcuintle, conocido también como Xolo, es una de las razas más antiguas y míticas de México. En la cosmovisión mexica, se creía que el Xoloitzcuintle guiaba a las almas recién fallecidas a través del Mictlán, el inframundo, facilitando su paso hacia la otra vida.
Según la leyenda, el dios Xólotl, deidad del fuego, envió a este perro para cumplir este rol crucial. Su nombre, derivado de "Xólotl" y "itzcuintli" (perro en náhuatl), refleja esta conexión espiritual.
Este perro es distintivo por su falta de pelaje en la mayoría de su cuerpo, aunque algunas variedades presentan pelo en ciertas zonas.
De tamaño mediano, el Xoloitzcuintle es conocido por su temperamento tranquilo y sociable. A menudo descrito como un perro protector, su apariencia y comportamiento lo han convertido en un símbolo de la rica herencia cultural de México.
CALUPOH
El Calupoh, menos conocido en comparación con el Chihuahua y el Xoloitzcuintle, representa una fascinante mezcla de historia y biología. Los vestigios arqueológicos encontrados en Teotihuacan sugieren que esta raza tiene aproximadamente mil 700 años de antigüedad.
El Calupoh es un híbrido de perro y lobo, y su nombre también se conoce como el "perro lobo mexicano."
Este perro destaca por su tamaño considerable y su naturaleza tranquila y dócil. Sin embargo, puede mostrar una cierta reserva frente a los extraños.
Su agilidad, dinamismo y capacidad de adaptación lo convierten en una raza notable entre los perros mexicanos. En la simbología, el perro representa la fertilidad, mientras que el lobo se asocia con la guerra, una dualidad que el Calupoh encarna.
Desde el Chihuahua, con su tamaño diminuto y personalidad vivaz, hasta el majestuoso Xoloitzcuintle, guardián de almas, y el enigmático Calupoh, híbrido de perro y lobo, cada una de estas razas cuenta con una historia fascinante y un rol único en el entramado cultural de México.