Por: Redacción
Para los adultos mayores que ahí viven, el Día del Amor y la Amistad es muy diferentePor: Oviel Sosa
Para los 55 adultos mayores que se encuentran en el Asilo San Vicente en Ciudad Obregón, el Día del Amor y la Amistad es diferente.
En ese sitio se encuentran personas que no cuentan con un familiar directo que se haga cargo de ellos.
En su lugar, 20 religiosas y 5 empleados les brindan un cobijo cálido, los bañan, los cambian, les dan comida y les ofrecen una atención apegada al amor, paciencia y aprecio.
Doña Manuelita Corral, tiene 81 años de edad. Su esposo murió hace 22 años y la única hija que tuvo falleció hace 16, relató.
Ese panorama predomina en las historias de vida de las personas que pasan el ocaso de su existencia en el asilo, al quedarse prácticamente solos.
Miradas nostálgicas, cuerpos encorvados, piel arrugada y cabello pintado de canas es el paisaje que invade el orfanato.
Las religiosas se convierten en sus familias, debido a que el lazo que los une va más allá de brindar un servicio apegado a las leyes de Dios, porque con las horas que conviven surge el aprecio por los viejitos y viejitas que dejaron un pasado que dicta su presente.
“Las personas que tenemos van de los 75 a 95 años de edad”, indicó Silvia Martínez Díaz, madre superiora encargada del Asilo San Vicente.
Dijo que el servicio es gratuito, por lo que se mantienen de un patronato que los abastece de recursos y de donativos que hacen distintas instituciones.
Para que el contexto fuera diferente y pudieran experimentar un instante impregnado de alegría un grupo de jóvenes que cursan en un colegio particular se dieron a la tarea de dejar el aula por un momento y acudieron al asilo para convivir con los viejitos y de esa manera no pasar de lado la celebración.
Por unos instantes, los adultos mayores disfrutaron de la compañía de los alumnos, algo que les otorgó un brillo en su rostro, porque en su mente ansían que gente ajena al entorno que los envuelve los visiten.