Por: Eduardo Sánchez
Entre esos fuegos de artillería pesada se encuentra la gente y muchas instituciones de este país, lo que le provocan a diario centenares de bajas humanas, así como pérdidas cuantiosas de recursos materiales y oportunidades de desarrollo para las mayorías.
Es como si la maldición de la Malinche se cerniera cada vez con más fuerza sobre nosotros, y es que México es un gran botín para todos ellos, por una parte, y, por otro lado, hemos sido una sociedad muy permisiva respecto a las acciones de las autoridades, y, en muchos casos, nos hemos hecho cómplices de los partidos, gobiernos, mafias y demás fuerzas que nos constituyen.
También, pasa que los gobernantes en turno se las han ingeniado a base de cañonazos de billetes para comprar congresos, cámaras, plumas, jueces, conciencias, contralores y fiscales anticorrupción que les permiten tener las arcas abiertas de la nación para su uso discrecional, y, gran parte de los recursos se van a sus bolsas, mientras que otros tantos se pierden en sus incapacidades de gestión de la obra pública, y lo que queda, es lo que el dueño de los recursos, nosotros, recibimos vía servicios públicos y desarrollo social, entre otras actividades de gobierno, y no es lo suficiente, ni lo adecuado, basta con ver las calles de nuestro Estado, el mal suministro de medicamentos en los hospitales y la falta de equipamiento en las escuelas, por poner tan solo unos ejemplos.
En esta guerra no nos está yendo nada bien, y no se auguran buenos tiempos porque los contrarios al gobierno actual de la república, están atacando duro y no se detendrán, y el Presidente y su gabinete no parecen estar dando pie con bola, se sienten improvisados, desfasados y obtusos en muchos de sus planteamientos, aun contando con la mayor aprobación que algún gobernante haya tenido y con los millones de votos que lo llevaron a la presidencia, no se garantizan resultados satisfactorios. Y, mientras las autoridades le siguen buscando la cuadratura al círculo, la artillería pesada del crimen organizado no cesa, ni el de las “mafias del poder” y nexos y similares.
¿Qué hacemos? Quizá nos sirva de escudo llevar a la práctica aquella propuesta de un ciudadano venido a político, Manuel J. Clouthier : tanta sociedad como sea posible y solamente el gobierno que sea necesario, y ahí, en nuestra responsabilidad como sociedad tendremos, entre otras cosas, que dejar de ser cómplices de los otros fuegos que nos están atacando.
“Yo soy el que manda soy fuego cruzado, protejo la línea del capo de capos” Jesús Virlan Baez