Por: Eduardo Sánchez
Para los jóvenes y niños…y supongo que para los maestros… estos ¡15 días de vacaciones! Los hicieron desconectarse de tal manera de los estudios que se deben sentir como si estuvieran empezando un nuevo año.
Los camiones urbanos irán saturados; muchos llegarán tarde y otros no se presentarán porque no alcanzaron a llegar de fuera de la ciudad.
Ahora sí, junto con el regreso a clases inicia prácticamente el verano. Es como una regla no escrita en nuestro Municipio: siempre hay calor después de una Semana Santa y una Semana de Pascua frescas.
Las mamás vuelven a su rutina, regresan los gastos escolares extra y las tareas de última hora.
Los niños contarán todo lo vivido en ¡15 días de vacaciones!, aunque para algunos fueron días de eterno aburrimiento.
Esto pasa en un México que tienen años sosteniéndose con alfileres en lo referente a la economía, seguridad y educación.
En un país en donde el nivel de estudios de su población si acaso pasa de la primaria; en una patria en donde el último viernes de cada mes es inhábil por las reuniones “técnicas” de los maestros; en una nación en donde la gente, por lo general, deja los estudios por falta de recursos económicos, pero sus gobernantes viven con virreyes; en un México que se debate entre un memorándum anti Reforma Educativa y una Reforma Educativa al calor de la política inepta; en un país en donde el voto de los maestros es una moneda de cambio que vale más que su preparación, y en donde la novia de Chucky, terror de los niños, maneja las riendas de parte del entramado docente, a pesar de tener una uñas tan largas que le dan vuelta; bueno, estas son meras ocurrencias mías, porque en verdad en la educación de los niños mexicanos bien puede darse ¡15 días de vacaciones! Antes de salir a las vacaciones largas de verano.
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