Este punto puede dar para mucho, cuando las campañas políticas estarán a todo lo que da y ya nadie va a creer en promesas
Por: Francisco González Bolón
En la mente de los que mandan en Morena, las imágenes de la marcha de la Unión de Usuarios de Hermosillo contra los cobros de la Comisión Federal de Electricidad, se advierte que deben entrarle ya a este tema o 2024 se les puede diluir en las manos.
Unos dicen que fueron mil. Otros, que 10 mil los participantes. Pero “haiga sido como haiga sido”, la representación del sentir de los sonorenses estuvo ahí, en esa marcha, aunque a muchos no les guste participar en ese tipo de actividades sino más bien esperar los resultados, sobre todo si le benefician.
Es por eso que con toda seguridad los funcionarios a los que concierne el tema están viendo en ese evento del sábado pasado una rendija que puede convertirse en algo más si no se le atiende como debe ser porque, como es sabido, con el mayor consumo de energía, debido a los calorones de esta época, los costos aumentaron notablemente en el ámbito doméstico o en el de los negocios.
Claro que no es un tema nuevo, pero la fuerza que puede tomar ahora este golpe al bolsillo de los sonorenses puede significar un antes y un después porque en función de lo que se viva en cada casa o en cada empresa puede significar, lo queremos o no aquilatar, más o menos votos para los que hoy gobiernan.
Bien manejado este punto, puede dar para mucho en los meses siguientes en que las campañas políticas estarán a todo lo que dan y ya nadie va a creer en promesas como aquella de que se reducirían los precios de los combustibles o de las tarifas eléctricas.
Quienes en su momento asumieron ese compromiso y pudieron llegar al poder, pronto se dieron cuenta de que no es lo mismo ser borracho que cantinero y, en consecuencia, quienes prometieron una transformación en la forma de conducir las finanzas de este país, inmediatamente dieron marcha atrás y el esquema neoliberal que tanto desdeñaron sigue siendo el mismo que prevalece hoy en día.
Tendrán, pues, los aspirantes a cargos de elección popular medir bien sus palabras a la hora de enfrentarse al ciudadano, que debido a las nuevas formas de comunicación y de conocimiento, ya no cree más en la demagogia de quienes estiman que los discursos de ayer serán también bienvenidos en las campañas rumbo a 2024.
Dice el gobernador Alfonso Durazo Montaño que aprovechó sus recientes “vacaciones” en la Ciudad de México para, primero, conducir los trabajos del “destape” morenista y, al mismo tiempo, charlar con funcionarios como Manuel Bartlett Díaz, el meramente de la CFE, para tratar de evitar que la avalancha iniciada el sábado con la marcha de la Unión de Usuarios, se convierta en una bola de nieve que después nadie podrá contener.
Con algo de sentido común, no es mucho lo que los ciudadanos están pidiendo con respecto a las tarifas por consumo de energía. Se han despilfarrado más recursos en este sexenio en obras suntuarias, como el Tren Maya o en un aeropuerto sin aviones, por lo que no significaría un error o un pecado incrementar en algo el subsidio para las familias que padecen los calores de estas tierras.
Debería el Gobierno federal darse cuenta de que esas prácticas del modelo neoliberal de sacar dinero de cada actividad ciudadana (los impuestos pues), cada día sangran más a los que menos tienen y por lo tanto el discurso aquel de que “no somos iguales” se convierte en un “claro que no, son peores”.
Quizá haya también quienes piensen que en realidad Sonora “no pinta” en el mapa electoral, pues en comparación con otras entidades como Estado de México, son pocos los votos aportados en cada elección, pero habrá que recordar que serán, las de 2024, unas de las elecciones más reñidas y por lo tanto cada voto tendrá el mismo valor si se emiten 10 ó mil, en función del tamaño poblacional.
Hoy los ciudadanos están más despiertos y tratar de volver a darle “atole con el dedo” será una práctica muy desdibujada e insultante porque el sentir de cada habitante mueve hacia uno u otro sentido el péndulo electoral.
Y, por supuesto, un error de cálculo podría llevar a uno u otro partido o alianza a irse por el despeñadero. Y ese camino, la verdad, no tiene retornos.
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