Sentencia contra Trump
Por: Gerardo Armenta
La temperatura ambiental desciende significativamente en los días que corren. Hace frío en la entidad. Puede tratarse del efecto de la segunda tormenta invernal que se deja sentir. Sería dable suponer que los expertos en el clima son muy dados a inventar denominaciones. Hoy se habla de tormentas invernales con toda formalidad o naturalidad. La expresión, sin embargo, no deja de ser perturbadora por el significado ambiental que trasluce.
Un poco o un mucho quizá como ciertos personajes y eventos políticos. Uno de esos personajes se dispone a marcar protesta como presidente de Estados Unidos. O titular de la Casa Blanca, para tornar más ilustrativo el dicho. El 20 de enero del año en curso, Donald Trump rendirá juramento para tomar posesión de ese cargo. Pero antes, este viernes, podría ser sentenciado por una serie de cargos. Entre ellos el que tiene que ver con el pago para hacer que una estrella porno guardara silencio sobre un encuentro íntimo con Trump.
Alrededor de este asunto hay toda una historia que estaría a punto de concluir. Todo permite suponer que Trump librará los 34 cargos que un jurado de Manhattan fincó en contra suya en el contexto de este caso. Y de esta manera fue como se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos, anterior o en ejercicio, que resultó acusado o condenado por un delito penal. Pero las cosas no pasaron de ese límite porque Trump no fue destinatario de ninguna sentencia.
Y, por lo visto, ni lo será. Cuando pudo recibirla, el juez de la causa aplazó indefinidamente la decisión respectiva, después de que Trump ganó la elección presidencial del pasado 5 de noviembre. Según los enterados del caso, es casi probable que en la vista de este viernes el futuro presidente norteamericano reciba una sentencia, pero sin que ésta implique pena de cárcel. Y de este modo se entendería que aquí no ha pasado nada, en lo que podría asumirse como un final feliz para tan afamado personaje.
Trump lo sabe y por eso no pierde el entusiasmo por la tarea que desempeñará, si bien parecería que en ocasiones no medita del todo bien lo que dice en público. En los días recientes ha sido pródigo en señalamientos que hacen pensar o ratificar que sus planteamientos necesitarían una mayor objetividad para ser tomados en serio. Por ejemplo, dijo que Canadá podría ser el estado 51 de Estados Unidos. Quizá no terminaba de expresar esta intención, cuando se produjo la estrepitosa caída de Justin Trudeau como primer ministro o jefe de gobierno canadiense. La última actividad política relevante suya fue una cena con Trump. Puesto un poco contra México a últimas fechas, Trudeau quizá creyó que su presunta cercanía con tal personaje le sería útil para sobrevivir políticamente. Fue todo lo contrario.
Los sueños de poder esbozados por Trump contemplan también que Estados Unidos retome la propiedad (por decirlo así) del Canal de Panamá, cuando bien se sabe que esta vía interoceánica tiene dueño, implícito en su misma denominación. ¿A quién se le ocurre revivir el día de mañana una querella de esa naturaleza? Trump quiere también que Groenlandia pertenezca a su país. Y de momento, como sugerencia o propósito más reciente, planteó que el Golfo de México debe llamarse Golfo de América, seguramente sólo entendiendo América como Estados Unidos.
Es muy probable que los asesores de Trump disfruten ya de permanentes vacaciones. Sólo así se explica o asimila que su jefe diga y repita planteamientos como los anteriores que en principio asombran por la desproporción verbal y práctica que les anima. Un futuro presidente de Estados Unidos (o cada vez más cerca de serlo) debe tener infinidad de preocupaciones que importe traducir en políticas de gobierno. Es cierto. La fragilidad del mudo actual cada vez resulta más evidente por los intereses económicos y políticos que lo dividen. No sólo porque sí hay conflictos en buena parte del mapa global.
Por eso, el futuro gobierno norteamericano podrá llevarse una desagradable sorpresa cuando advierta seriamente que los problemas no sólo están en la frontera con México en aspectos como los que se conocen de sobra. Tales pueden ser los gajes de la política en sus diversos modos de entenderla. Aunque sin mayor asomo de duda, debe resultar un tanto injusto que sólo se emitan críticas, cuando también se podría hablar de una colaboración respetuosa y franca entre los dos países vecinos.
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