Una gran confusión bajo el cielo

Junto a EE. UU., el mundo parece haberse hartado de la democracia liberal que había dominado tras el final de la Guerra Fría

Por: Erick Manuel Pastén Rozo

"Una gran confusión bajo el cielo", con esta frase, atribuida al líder comunista chino Mao Zedong, es que el historiador Pablo Stefanoni se refirió en 2023 al periodo actual en el que vivimos. Se trata de una especie de momento transitorio en el que las cosas ya no son, ni van a ser, como eran antes. En que las certezas del pasado se desdibujan. Lo que alguna vez se sobre entendía como la piedra angular de las democracias liberales, la llamada política de respetabilidad, parece haberse erosionado. Y es que basta con ver el proceso electoral estadounidense, el cual no ha sino demostrado una ruptura total con el quehacer político pasado de nuestro vecino.

Al momento en que se escriben estas palabras, la elección no se ha decidido. Pero, más allá de una victoria para Harris o Trump, lo cierto es que las cosas ya no van a ser como lo eran antes ni para nuestro vecino del norte, ni para el resto del mundo. El simple hecho que Trump haya sido seleccionado unánimemente como candidato presidencial por parte del Partido Republicano —aun con sus dos impeachment (o juicios políticos), con sus 34 cargos federales por fraude y malversación de fondos, por sus denuncias de acoso sexual y violación, sus acusaciones de racismo y demás kilométrica lista de acusaciones— no hizo más que confirmar lo que ya se sabía: la clase política norteamericana decidió acoger y legitimar a un strongman, un caudillo, y ya no hay vuelta atrás.

Y junto a EE. UU., el mundo entero parece haberse hartado del paradigma de democracia liberal que había dominado tras el final de la Guerra Fría. Los fantasmas del fascismo y la extrema derecha recorren Europa, Latinoamérica y al resto del mundo. No olvidemos que la actual Primer Ministra de Italia, Giorgia Meloni es una (sin exagerar, sin hablar en hipérbole) fascista declarada. Tampoco es menor que el flamante presidente libertario argentino, Javier Milei, niegue los crímenes de Estado, crímenes contra la humanidad, cometidos durante la dictadura militar. Y no debemos olvidar que Israel se encuentra realizando una campaña genocida en el territorio ocupado Palestino, ante la mirada complaciente y permisiva de las potencias mundiales.

¿Dónde quedó el tan celebrado "final de la historia", de Francis Fukuyama? Definitivamente la autocomplacencia de los gobiernos liberales, victoriosos tras la caída de la Unión Soviética, llevó a que se descuidaran aspectos fundamentales de la política internacional norteamericana. El optimismo trasnochado de nuestro vecino fue un excelente caldo de cultivo de una extrema derecha rejuvenecida.

Definitivamente son tiempos de gran confusión bajo el cielo, pero ¿por qué será? Podríamos caer en la sobre intelectualización del asunto y señalar a la tan de moda "posverdad" como la causante del estado actual de cosas. Oxford definió este concepto en 2016 como el fenómeno en el que "los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales". La fecha no es coincidencia, ya que ese fue el año de la controversial victoria de Trump en las elecciones norteamericanas.

Personalmente, siempre he encontrado en esta idea una academización innecesaria. ¿Acaso no es esta una manera rebuscada de referirse al acto de mentir en beneficio propio? Pero, vaya, bajo el viejo paradigma de la política de la respetabilidad, decirle a tu contrincante político "mentiroso" era equivalente a difamación. O por lo menos lo era para la izquierda socialdemócrata, progre y buena ondita. La derecha nunca se ha conflictuado en decirle mentiroso a sus contrincantes.

En 2016, la entonces Primera Dama de EE. UU., Michelle Obama, pronunció su ahora célebre frase "When they go low, we go high" (Cuando ellos bajan, nosotros subimos), en referencia al Partido Republicano, a su entonces nuevo candidato Donald Trump y su tendencia a mentir, insultar y calumniar. Ética y moralmente esta pudiera parecer una postura admirable, ¿pero, ¿qué sucede cuando se miente sobre la cantidad de muertos por una pandemia global? ¿Qué sucede cuando se miente sobre el estatus legal de tus vecinos? ¿Qué sucede cuando se miente sobre toda una comunidad, llamándoles degenerados y demás palabras que no me puedo permitir repetir? Llamar posverdad a sus mentiras lo único que hizo para la política estadounidense fue academizar sus falsedades, no denunciarlas.

No por nada la llamada ultraderecha, extrema derecha o derecha dura, como gusten llamarle, ha cobrado fuerza no solo en nuestro vecino del norte sino en distintas latitudes. No por nada Milei puede mentir sobre los crímenes de la dictadura o Bukele sobre la efectividad de su política antipandillas. Para bien o para mal, las estrategias políticas que funcionan en EE. UU. suelen ser exportadas y adoptadas por otros países.

Vale la pena reafirmar que vivimos en un tiempo de gran confusión bajo el cielo. No importa si gana Donald Trump o Kamala Harris, el daño ya está hecho. Lo que queda es saber navegar las inciertas aguas de este nuevo paradigma global. Que, hasta el momento, México no haya producido a su Milei, Bolsonaro, Bukele o Trump no significa que sea inmune al virus de la extrema derecha. Significa que el contagio aún no se extiende, pero figuras de la cultura popular como el Temach, Adrian Marcelo, Eduardo Verástegui y demás influencers que emplean la mentira como carta de presentación no hacen más que advertirnos sobre lo que podría venir. Nuestro país no es excepcional en ese sentido y si no ponemos atención, nosotros también podríamos perdernos en este confuso y nublado cielo.