Vendrá del Frente Cívico
Por: Gerardo Armenta
Un nuevo partido político podría existir pronto en México. No se sabe aún como se denominaría. Porque todavía es muy temprano para dilucidar ese punto. Al parecer, sin embargo, su identificación surgirá del Frente Cívico Nacional, una organización conocida como responsable de la organización de grandes marchas y concentraciones en la Ciudad de México a través de la llamada "marea rosa".
Significa este dato que el FCN no llegaría en ayunas a su conversión en partido político, sino todo lo contrario. Espera alcanzar esa meta y participar en el proceso electoral de 2027. O sea que allí no se andarán con miramientos. La intención por lo visto es poner rápidamente manos a la obra. Bien dicen los filósofos de prosapia que el movimiento se demuestra andando. Y así tiene que ser. Incluso, Guadalupe Acosta Naranjo, coordinador nacional del FCN, dijo: "Nosotros vamos a ser la oposición sólida". En una asamblea se aprobará también el nombre del que será otro partido político.
A estas alturas de la plática, se imponen rigurosamente algunas preguntas bien intencionadas: ¿Se requiere en este país un nuevo partido político? ¿Para qué? ¿No existen demasiados partidos políticos? La nuestra, en efecto, no es necesariamente un ejemplo impresionante de lo que cabría entender como democracia partidista. Le quedaría mejor el convencional título de una democracia regida de suyo por un partido único, hoy como ayer, mucho más ayer que hoy.
Los grandes partidos en México han sido dos: PRI y PAN, por supuesto con superioridad del primero sobre el segundo, remitido éste casi siempre a una circunstancia de oposición que mucho le honró. Pero la situación actual de uno y otro de esos partidos se ha desdibujado sobremanera a niveles políticos verdaderamente sorprendentes, o increíbles, por lo poco que significan en una coyuntura histórica como la de hoy.
Es muy distinta la contraparte existente en esta materia con un partido como Morena en pleno éxito político y electoral. Tiene dos aliados que no se le despegan para nada: el Partido Verde Ecologista y el Partido del Trabajo, uno y otro sin mayores pretensiones (o posibilidades) de rebasar al líder de la alianza, lo que en esta coyuntura sería algo verdaderamente imposible de lograr. En la brevedad de líneas como las anteriores, está un esbozo de lo que hoy por hoy podría entenderse como la realidad de los partidos políticos existentes en un país como el nuestro.
Una realidad no muy gratificante del todo pero cierta, y en la que, por supuesto, no es posible negar el mérito o la evidencia exitosa que entraña por sí mismo un partido como Morena, el cual entronizó ya su mando político nacional sin ningún adversario al frente de mínima consideración. Es precisamente en esta realidad donde insertará su quehacer el eventual partido político que surgiría de lo que hoy es el Frente Cívico Nacional.
Sin embargo, faltan todavía algunas lunas para que eso llegue a ocurrir, si es que sucederá realmente. Cabe suponer que sí, dicho sea con razonable formalidad. Desde hace tiempo quedó clara la idea de que el objetivo de los mandos del FCN era precisamente convertir este organismo en partido político. Un razonamiento elemental aconsejaba, sin duda, apoyar ese propósito en las multitudes que reunía en sus convocatorias ciudadanas.
Guadalupe Acosta Naranjo, un ex militante del PRD que llegó a dirigir ese partido (hoy extinto), figura como uno de los promotores del nuevo organismo partidista desde su posición como coordinador nacional del Frente Cívico Nacional. Y formuló ya un contundente aviso: "Morena nació en el 2015 y ganó en el 2018. Nosotros vamos a salir en el 2027 y vamos a ganar en el 2030".
No dejó el comentario en esos términos. Porque Acosta Naranjo le hizo un añadido. Dijo: "Vamos a tener la gente suficiente. La ley pide 260 mil afiliados. Nosotros vamos por el doble de eso y tenemos que hacer 200 asambleas distritales por lo menos". Parecería un quehacer en extremo complicado. Pero seguramente no lo será tanto para un conglomerado como el Frente Cívico Nacional y sus adeptos.
Una de las singularidades más notables del que puede llegar a ser un nuevo partido político en México, estriba en que no será de izquierda ni de derecha. ¿Entonces andará en el limbo? No tanto. Ocurre que más que marcaciones políticas defenderá causas y valores. Sin duda tal sería una nueva idea que le pondría a salvo de la intoxicación política o ideológica. Pero esta historia, como ha quedado dicho, apenas está empezando. Todavía le aguarda un largo recorrido.
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