"¿Qué es el robo de un Banco en comparación con fundar uno?".- Bertolt Brecht
Por: Jorge Gaviño Ambriz
El 19 de julio de 2019, el Gobierno Federal emitió un decreto para consolidar la creación del Banco del Bienestar(Banbien). Esta "gran renovación" consistió básicamente en cambiarle el nombre a lo que llamábamos Bansefi y añadirle la palabra mágica ya por todos conocida.
Según lo expuesto por el presidente López Obrador, el Banco del Bienestar habrá de convertirse en la entidad bancaria con más locales en territorio mexicano: para finales de 2022 la aspiración es tener 2,700 sucursales equipadas y funcionando. Ese es el objetivo. En la realidad, de acuerdo con el propio primer mandatario, hoy existen construidas "más de mil" sucursales. De esas mil (según el directorio de la propia institución) solamente 433 están en operación: el 16% del total.
Por si esto fuera poco, la cartera vencida (los clientes que no han podido pagar sus créditos vigentes) del Banco de la 4T ha mantenido una tendencia al alza desde el año pasado: de 237 millones de pesos en junio de 2020 a 532 millones en junio de 2021. Esta situación ha provocado que el Banbien (¿será posible inventar un acrónimo más irónico para este nuevo "banco"?) ya no pueda otorgar nuevos créditos.
Fuera del ámbito filosófico, el Diccionario del español de México define la palabra "entelequia" como: "Cosa o situación perfecta e ideal que es posible imaginar, pero no puede existir en la realidad". En este sentido, parecería que el Banbien va mal.
Para que un banco sea algo más que una entelequia, además de tener cajeros (que funcionen) y personal capacitado, es necesario que cumpla con una serie de funciones básicas que parecen muy lejanas al actual proyecto del gobierno. La Asociación de Bancos de México las resume en tres: a) administrar el ahorro; b) transformar el ahorro en créditos y c) administrar el sistema de pagos que permite la liquidación de las operaciones comerciales (es decir, pagar cheques, ofrecer servicios de pago con tarjeta de crédito o débito, transferencias electrónicas, etcétera).
Todo lo anterior solamente puede lograrse con sistemas de comunicación y cómputo que garanticen la seguridad de los usuarios y de los bienes financieros. Cosa que tampoco existe en la actualidad y que será sumamente complejo lograr a corto plazo en una red de sucursales tan grande y dispersa como la que se plantea, con poca planeación y sin el know how necesario.
Resulta duro darse cuenta de que buenas ideas (acercar instrumentos financieros a la gente que históricamente no ha tenido tantas oportunidades con este tipo de instituciones) están en manos equivocadas.Hasta ahora el Banco del Bienestar sólo es una fachada. Nada nuevo, tristemente.