"Donde está su tesoro, ahí estará su corazón", frase del Evangelio de este domingo XIX del tiempo ordinario, del santo Evangelio según San Lucas
Por: Saúl Portillo Aranguré
Como una máxima de Jesús que nos ayuda a autorevisarnos, es una manera de medir nuestro proceso personal de conversión: qué tanto amamos o a quién amamos.
Si queremos saber qué ocupa el lugar más importante de nuestra vida, habrá que asomarnos a nuestro tesoro, que es lo que consideramos más valioso para nosotros; asomarnos a lo que más atesoramos, lo más importante que consideramos en nuestra vida, es en donde está nuestro corazón.
Ahora me pregunto: eso a lo que le doy mi tiempo, mi dinero, mi interés, mi anhelo, mi deseo, mi corazón, ¿es eterno?, ¿realmente vale la pena dar la vida por ello?, ¿me lo llevaré al más allá después de muerto?
DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLA LA BOCALa raíz de las buenas y de las malas obras. El Evangelio de San Lucas 6, 43-45 dice:
"No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca".
Bastaría observar cuáles son mis temas favoritos, con cuáles podría pasar horas y horas platicando o escuchando. Entonces sabremos qué motiva nuestros sentimientos, pensamientos que se convierten en acciones. Eso que Jesús le llama "frutos", que en la analogía con nuestra vida, o son buenos o son malos, no hay medias tintas.
¡Qué problema cuando justificamos nuestro lenguaje, nuestras críticas, juicios temerarios de nuestros prójimos! Sean verdad o mentira, no tenemos derecho a juzgar o destruir la reputación de nuestro amigo o enemigo; el juicio le corresponde solo a Dios.
El apóstol Santiago, en su carta, dice que el camino de la prudencia es el cuidado de nuestra lengua. Me atrevo a poner el texto bíblico completo sobre estos "pecados de la lengua".
SANTIAGO 3, 1-12"Hermanos, que no haya muchos entre ustedes que pretendan ser maestros, sabiendo que los que enseñamos seremos juzgados más severamente, porque todos faltamos de muchas maneras.
Si alguien no falta con palabras es un hombre perfecto, porque es capaz de dominar toda su persona. Cuando ponemos un freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, dominamos todo su cuerpo. Lo mismo sucede con los barcos: por grandes que sean y a pesar de la violencia de los vientos, mediante un pequeño timón, son dirigidos adonde quiere el piloto. De la misma manera, la lengua es un miembro pequeño y, sin embargo, puede jactarse de hacer grandes cosas. Miren cómo una pequeña llama basta para incendiar un gran bosque. También la lengua es un fuego: es un mundo de maldad puesto en nuestros miembros, que contamina todo el cuerpo, y encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida humana. Animales salvajes y pájaros, reptiles y peces de toda clase han sido y son dominados por el hombre. Por el contrario, nadie puede dominar la lengua, que es un flagelo siempre activo y lleno de veneno mortal. Con ella bendecimos al Señor, nuestro Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. De la misma boca salen la bendición y la maldición. Pero no debe ser así, hermanos. ¿Acaso brota el agua dulce y la amarga de una misma fuente? ¿Acaso, hermanos, una higuera puede producir aceitunas, o higos una vid? Tampoco el mar puede producir agua dulce".
CUIDA TU CORAZÓNUn esfuerzo por dejar que Dios cambie nuestro corazón, es decir, lograr una auténtica cardiomorfósis, es estar atentos, vigilantes, al tesoro que hay en nuestro corazón, a lo que mi boca le encanta hablar. Así me daré cuenta de qué es lo más importante, pues tenemos que estar atentos a nuestro corazón, tal como el consejo sabio del libro de los Proverbios, capítulo 4, versículos del 20 al 27:
"Hijo mío, presta atención a lo que te digo, inclina tu oído a mis palabras. Que ellas no se aparten de tus ojos, guárdalas bien dentro de tu corazón, porque son vida para los que las encuentran y salud para todo ser viviente. Con todo cuidado vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida. Aparta de ti las palabras perversas y aleja de tus labios la malicia. Que tus ojos miren de frente y tu mirada vaya derecho hacia adelante. Fíjate bien dónde pones los pies y que sean firmes todos tus caminos. No te desvíes ni a derecha ni a izquierda, aparta tus pies lejos del mal".
Si cuido mi corazón, cuidaré mi boca, pues ella hace relucir el cobre o el oro que traigo dentro, en mi cofre del tesoro.
Y para asustarte más y terminar, te comparto esto que dice Jesús, texto paralelo del tema del tesoro que tenemos en el corazón, para cuidarnos hasta de las palabras vanas, que nos narra el evangelista San Mateo, 12, 33-37:
"Supongan que el árbol es bueno: el fruto también será bueno. Supongan que el árbol es malo: el fruto también será malo. Porque el árbol se conoce por su fruto. Raza de víboras, ¿cómo pueden ustedes decir cosas buenas, siendo malos? Porque la boca habla de la abundancia del corazón. El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro de bondad; y el hombre malo saca cosas malas de su tesoro de maldad. Pero les aseguro que, en el día del Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra vana que hayan pronunciado. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado".
saulportillo@hotmail.com