¡Suelta a los perros de la guerra!

Apelar a una obra literaria podría ser adecuado para alertar al mundo sobre la élite financiera, que tiene al mundo en al borde de la tercera guerra

Por: Alberto Vizcarra Ozuna

“Grita ¡devastación¡ y suelta a los perros de la guerra”. Se trata de una frase del acto III, escena 1, de la obra Julio César, de William Shakespeare, a la que apeló el Coronel (r) Lawrence Wilkerson, exjefe de gabinete del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, en su más reciente participación (6 de septiembre) en los diálogos semanales que organiza la Coalición Internacional por la Paz, convocados por la presidenta del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche.

Apelar a una obra literaria, a un drama histórico, cuya profundidad la hizo imperecedera y universal, podría ser lo más adecuado para alertar al mundo sobre los presentes delirios de la élite financiera imperial, que, en la obsesión por el poder, le da la espalda a la razón y tiene al mundo en los linderos de una tercera guerra mundial, que representaría, sin duda, una derrota existencial para la humanidad.

El coronel Wilkerson,hace una analogía entre la Roma del Julio César de Shakespeare y las políticas imperiales angloamericanas. Y va directo: “Hemos decidido en el imperio americano gritar devastación y soltar a los perros de la guerra”. Luego precisa que “los perros de la guerra son muy sofisticados en estos días…y nos destruirán a todos”. Explica que cuando fue publicada la estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos en el 2002, elaborada por algunas de las personas que actualmente son parte activa de esa doctrina, se puso en marcha la idea dominante que los Estados Unidos, el Imperio americano, no tolerará ninguna oposición en el mundo a su primacía.

Al respecto, describe un diálogo que sostuvo entonces con el Secretario Powell, sobre las consecuencias de mantener una doctrina basada en el predominio de la fuerza sobre todas las naciones. Dice que le advirtió a Powell, que tal estrategia llevaría a los Estados Unidos a concentrarse en su capacidad militar para terminar constituido en una especie de Estado de Seguridad Nacional, lo cual “significa que toda su capacidad intelectual, toda su industria, todo su proceso de pensamiento está constantemente dirigido, los siete días de la semana, al enemigo”.  Concluye, que las facciones actualmente dominantes, ya han puesto a los Estados Unidos en esa situación.

Wilkerson, no extrapola al hacer la analogía entre la Roma de Julio César, descrita en el drama de Shakespeare, y la política imperial que ha tomado control del gobierno norteamericano. La Roma de entonces registraba una crisis interna, asociada a la tensión de mantenerse como república o erigirse en imperio, lo cual devino en una guerra civil que dejó fuera la disyuntiva y terminó en una disputa trágica por el poder; sellada con el brutal asesinato de Julio César y con la frase del emergente Marco Antonio, ponderando la guerra que permite el pillaje o el saqueo después de la victoria. No es ajeno a las imágenes de los dramas de Shakespeare que el rey tenga a sus pies unos perros de casa, cuyos nombres son “el Hambre, la Espada y el Fuego”.

Las observaciones críticas del Coronel Wilkerson, a la estrategia militar orientada a la guerra, no representan una voz aislada. Concurren en ese mismo pensamiento, desde ángulos  críticos  propios, personalidades como el Dr. Ted Postol, profesor emérito del MIT  y uno de los principales expertos en armas nucleares; el embajador Jack Matlock, estudioso de la historia y la cultura rusa y elegido por el presidente Reagan para el crucial puesto de embajador en la Unión Soviética; el Coronel (r) Profesor Dr. Wilfried Schreiber investigador principal del Instituto Welt Trends de Política Internacional de Potsdam, Alemania; el Teniente Coronel (r) Ralph Bosshard, de las fuerzas armadas de Suiza y consultor en asuntos militares y estratégicos; Donald Ramotar, ex presidente de Guyana, quienes han encontrado en la Coalición Internacional por la Paz, una plataforma de diálogo y discusión que logre involucrar a los Estados Unidos y a las naciones del sur global, en la construcción de una nueva arquitectura económica y de seguridad, cuyo trazo supere las deficiencias axiomáticas contenidas en los esquemas geopolíticos que guiaron al mundo durante la guerra fría bajo el llamado “equilibrio del terror”, mejor conocido como la doctrina de la Destrucción Mutuamente Asegurada.

El ascenso de una estrategia imperial supremacista, ha roto con todos los equilibrios militares.  La guerra en la Europa del Este y las tensiones crecientes en el sudoeste asiático, contienen los elementos geopolíticos disparadores de una tercera guerra mundial. Los Estados Unidos y la Gran Bretaña ya dieron el paso franco de usar el conflicto militar entre Rusia y Ucrania, para ejecutar, con asesoría y apoyo logístico, la incursión de tropas ucranianas en la región de Kursk, en territorio ruso; además de amenazar con usar esa plataforma como punto de lanzamiento de misiles de largo alcance que toquen lo profundo del territorio ruso, lo cual incluye a Moscú y otras ciudades.

La respuesta de Vladimir Putin, presidente de Rusia, a tales desplantes, no deja lugar a la especulación. Sentencia que, si se permite que Ucrania ataque lo profundo del territorio ruso con armas occidentales de largo alcance, significaría que los países de la OTAN, están en guerra con Rusia.

Toda sobre extensión de un imperio para profundizar sus procesos de acumulación primitiva, reclama siempre la guerra. Y en esta ocasión no es la excepción. El sistema financiero de occidente basado en el dólar, soporta una deuda oficial, que sumada a los instrumentos especulativos de derivadas financieras, supera los 2 mil billones de dólares, cantidad que está un orden de magnitud por encima del producto interno bruto mundial, que en el 2023 apenas alcanzó los cien billones de dólares estadounidenses. Se trata de una deuda impagable y de un sistema en bancarrota, por eso han soltado a los perros de la guerra.