Soy libre

Por: Jesús Huerta Suárez

Andando por las calles de la ciudad conocí a un viejo hombre que descansaba a la sombra de una enorme ceiba. Su extraña pose y el colorido de su ropa llamaron de inmediato mi atención; lo miré por unos minutos. Al parecer el hombre estaba realizando unos ejercicios de yoga. Nada lo inmutaba; ni siquiera el ruido producido por uno que otro camión urbano que pasaban. Ni por el movimiento de los transeúntes que iban de prisa con rumbo para no sé dónde; ni los gritos del voceador de la esquina que leía las noticias del día, nada. Él estaba inmerso en su mundo interior. Su cara reflejaba un total sosiego, mismo que hacía años no veía.

Esperé, también a la sombra del árbol a que el anciano terminara de hacer sus prácticas. Por ningún motivo me atrevería a interrumpirlo. Pasaron unos minutos y el señor comenzó a abrir lentamente sus ojos, pareciera como si estuviera regresando del más allá. Volteó y me vio de reojo, seguro le ha de ver extrañado mi cercana presencia. Se sonrió, y aproveché para sacarle plática. Le pregunté qué era lo que estaba haciendo, que lo tenía tan ensimismado, y el sólo me dijo que estaba meditabundo; que solía abstraerse dos o tres veces al día mediante el uso de la respiración pausada y profunda. Su idea era como quien dice “recargar las pilas”, para seguir adelante. Otro de los detalles importantes de este ejercicio es poner la mente en blanco.

¿Poner la mente en blanco? Le pregunté. –Sí, —me dijo.

Pero me han dicho que en una de esas veces en que pones la mente en blanco el diablo aprovecha para meterse a tu cuerpo, le comenté; y el viejo soltó una carcajada que me hizo sentir como un tonto, además que hizo que todas las personas a nuestro alrededor voltearan llenos de curiosidad.

— ¿Pero cómo dices eso?, dijo—; están equivocados quienes así piensen, y dalo por hecho que cuando menos piensen, esos que no logran tener su cabeza en paz, libre de pensamientos, terminarán locos. Sí. Por eso ahora se da tanto esa enfermedad que le llaman Alzheimer o se les colapsa el sistema nervioso. La gente con tantos problemas y sin saber enloquece y pierden el gusto de vivir. Mira, así como es bueno purgar de vez en cuando el tinaco del agua, la memoria de una computadora y las tripas, así es necesario constantemente depurar la mente. 

¿Y usted a qué se dedica?— le pregunté.

 —“Yo, simplemente me dedico a vivir la vida, ya con mi edad ni siquiera se necesita humildad para pedir caridad. Yo ya trabajé durante años. Ahora me dedico a vivir día a día con la mayor dignidad que puedo. Sólo vivo con alegría y esperando el día en que el de arriba me mande llamar. Olvídate si crees que me preocupo pensando en si hay vida después de la muerte. A mí lo que me ocupa es que haya vida antes de la muerte. Soy libre”.

La plática se estaba poniendo interesante, al menos para mí, pero vi el reloj y supe que era hora de regresar al trabajo. A esas cuatro paredes. Me despedí de don Toño, y quedé de encontrarme de nuevo con él en el mismo lugar.

“Soy libre, y la libertad me libera de la realidad” The Who

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