Sembrando Educación

El maestro es un formador de esperanza, incentiva la lucha, forma con retos y desafíos para afrontar cualquier cambio las vidas de sus alumnos...

Por: Jorge Guadalupe Pacheco Fabela

La educación es el proceso de transformación de nuestra sociedad y la evolución en su conjunto, la labor del docente es en su esencia y vocación estimular las emociones, los sentidos del ser, para formar individuos compasivos, generosos y bondadosos que actúen con ética, moral y consientes en cada etapa de nuestras vidas.

El maestro en su trayectoria docente forma mujeres y hombres responsables, disciplinados con identidad a su tierra, sentido de pertenencia a sus orígenes y con un alto valor espiritual que es capaz de bordar un tejido social humanista.

El maestro es un formador de esperanza, incentiva la lucha, forma con retos y desafíos para afrontar cualquier cambio las vidas de sus alumnos.  La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo, el maestro tiene una misión en la vida de educar, jamás se deja de ser maestro, se tiene una vocación social, es un agente de cambio y un transformador de las realidades.

En México, bastante se ha discutido, debatido y dialogado, sobre los grandes problemas y retos de la educación para el desarrollo cultural del siglo XXI, sin embargo, la brecha no se cierra, cada vez se hace más larga y no se abren nuevos caminos para la evolución cultural que el país necesita, y esto es a gran medida por los conceptos de cultura que se formulan en los diversos planos institucionales desde el marco jurídico y derecho cultural.

Es evidente los rasgos negativos que han conquistado el país, desde la corrupción, el narcotráfico, la violencia de género, el secuestro, la extorsión entre otros males que se arraigan con resiliencia en las esferas sociales, como una neumonía en un desierto espiritual.

En este momento vivimos en una necesidad de transformación, para pasar del pragmatismo-consumismo a una realidad centrada en la espiritualidad y articular el espíritu con la mente. Es el momento oportuno para encontrar un estado de evolución y trascendencia espiritual mediante el humanismo mexicano plasmado en la política educativa.

Hoy se requiere que la educación y el magisterio sea una fuente de inspiración, que posibilite en el alumno un impulso para explorar el conocimiento y vivirlo con amor y pasión, se tiene que abatir el mercantilismo en la educación (manías por documentos, títulos, grados, postgrados sin consciencia y gnosis (saber).

Es necesario educar para la aportación a la sociedad, no solo para vivir bien, si no para bien vivir. La pedagogía bancaria que menciona Freire sigue aún en las aulas, solo se depositan conocimientos en los alumnos, México sigue caminando en declive, dejando de lado la praxis a profundidad, los valores éticos, cívicos que son principios para humanizar, ser solidarios y compasivos, que sin duda serían pilares para construir una sociedad humana, justa, honesta y creativa.

La educación y la cultura brinda generosidad es dar sin calcular, devolver el bien por el mal, servir sin esperar nada, dialogar en la diversidad con respeto y tolerancia, dar gratuitamente para aportar a nuestra comunidad.

Destinar las energías colectivas hacia las discusiones y debates que nos permitan construir acuerdos para el diseño de innovaciones educativas que orienten el ejercicio en la práctica docente que atiendan las necesidades y capacidades humanas para formar construir un México armónico y en paz, donde el magisterio incida en la construcción de valores de identidad y sentido de pertenencia en las comunidades, con una visión constante de transformación, comprometidos con las tradiciones, costumbres y valores de la comunidad.