Propuesta de cambiar de nombre a la calle No Reelección

Ese lema dejó de tener significado, dado que todo político, de cualquier envergadura, ahora pregona la antítesis...

Por: Alejandro Mungarro Daniels

Una de las características, quizá del total de los hombres y mujeres que abrazan el oficio de la política, es el de sus pretensiones de perpetuar su nombre, esto es principalmente imponiéndoselos a calles, edificios, colonias, parques, jardines y todo aquello a que se les pueda asignar. Lo anterior se lleva acabo principalmente cuando los gobernantes están en plenitud de su mandato. Desde no hace mucho tiempo está también el de la asignación de los llamados ciudadanos del año, en donde más parece que son para honrar a personajes con los que tienen ya compromisos prestablecidos. También está el caso de sugerir y luego imponer nombres de personajes que se considera de relevancia en el devenir histórico, tanto del municipio, como de México y también por sus afinidades de sus creencias políticas, ejemplo:

Álvaro Obregón, Emiliano Zapata, Lázaro Cárdenas, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, etc. En el que en ocasiones se abusa de imponer sus nombres a diferentes objetivos.

Pero no fue siempre así, en los inicios de Cajeme, a sus calles se les asignaría el nombre de algunos estados de la República, entre ellas Nayarit y Michoacán. Al aumentar la población de la ciudad, se tendrían que abrir nuevas arterias y por obvias razones se les asignaría también sus nombres, entre ellas estuvieron: Cuchus, Saperoa y Durazno.

Al tiempo, en diferentes ocasiones se han hecho un gran número de intentos de cambiarles de denominación a distintas rúas, cosa que en ocasiones pudiera ser justificadas y en otras todos lo contrario.

Antaño, a una de las principales calles y la más comercial de la ciudad y que a la fecha lo sigue siendo, fue bautizada con el nombre de Durazno. Matías Méndez Limón, en su primer periodo de gobierno en el municipio, propuso a cabildo le fuera retirado ese nombre, argumentando que no contenía ningún significado y proponiendo el de Cinco de Febrero, como homenaje a la fecha en que se promulgó la Carta Magna, conocida también como Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En la administración de don Javier Robinson Bours, a la parte sur, partiendo de la calle Rodolfo Elías Calles se le impuso el nombre de Norman E. Borlaug. Posteriormente a la parte norte, partiendo también de esa avenida se han hecho varios intentos de cambiárselo.

Siendo alcalde de Cajeme el general Miguel Guerrero Verduzco, la maestra Josefina Arreola, planteó que los nombres de las calles Cuchus y Saperoa, no constituían ningún valor histórico, razón por la cual solicitó al Cabildo se les cambiara de nombre, sugiriendo que a la calle Saperoa se le llamara Seis Abril, en honor a la Batalla de Caborca y a la calle Cuchus por el de Jesús García, en honor al Héroe de Nacozari.

Una de las principales y más céntricas calles de la ciudad de sus inicios fue llamada Morelos, y luego en la administración de Viviano Martínez se le quitó esa nominación, asignándoles el de No relección, para honrar el decreto expedido por primer jefe del ejército constitucionalista y después hizo suyo el llamado apóstol de la democracia, Francisco I. Madero.

En la administración de Abelardo B. Sobarzo, en reunión de Cabildo se acordó, a solicitud de los regidores Arnulfo Valenzuela, doctor Ángel Rivera Soto y Guillermo Vélez Calderón, cambiar el nombre a las calles llamada 200, Chihuahua y No reelección y asignarle a una de ellas el de Carlos Conant Maldonado y a otra Guillermo Richardson, para honrar la memoria de quienes fueron los precursores del Valle del Yaqui y su irrigación.

Sin embargo, luego de anunciarse este cambio, las fuerzas cetemistas que representaban gran influencia y como consecuencia poder político, a través de fuertes y continuas protestas y argumentando que Carlos Conant Maldonado había cometió varios crímenes, no se les permitió llevar a cabo esos cambios.

Sería hasta la administración de don Ángel López Gutiérrez, que a la calle 200 se le impuso el de Rodolfo Elías Calles y a una pequeña rúa situada detrás del Teatro del Itson, se le asignó el de Carlos Conant Maldonado.

Hoy en día y pasadas ya varias décadas de aquel intento de cambiarle el nombre a la calle No Relección, y considerando lo planteado en aquella ocasión por la maestra Josefina Arreola, de que el nombre de algunas calles de la ciudad no contemplaban ningún significado, sería cuestión de retomar la propuesta hecha por los regidores en el periodo de Abelardo B. Sobarzo, de quitar el nombre de la calle No Relección, considerando que por estos modernos tiempos, ese lema dejó de tener significado, dado que todo político, de cualquier envergadura, ahora pregona la antítesis de ese lema, es decir todo aquel que ocupa un puesto a través de elección popular, su objetivo principal desde el momento de asumir esa posición, es el de ir preparando el camino para su reelección.

En atención a esto, como ciudadano de Cajeme, yo propongo, que en lugar de No Reelección a esta importante arteria vial podría llamársele, por ejemplo: Generalísimo Porfirio Díaz, también pudiera ser el de General Antonio López de Santana, o ya en ultimas, el de Lic. Benito Juárez García.