La tarde de ayer arribó al aeropuerto de Ciudad Obregón el Presidente de la República.
Por: Francisco González Bolón
El también líder real de Morena encuentra un Sonora con graves problemas.
Si le cuentan otras cosas o dice tener otros números, pues serán los sonorenses los que contrasten la realidad con los discursos oficiales.
Por ejemplo, ayer la Fiscal General de Justicia en Sonora, Claudia Indira Contreras Córdova, en solo ocho láminas de una presentación quiso dibujar el panorama violento que se vive, sobre todo en el renglón de las desapariciones.
Obviamente, quiso impresionar con números de las personas aparecidas sanas y salvas durante los primeros meses del año, incluidas aquellas que han sido encontradas por las familias y no por una acción policiaca.
Quizá para esa funcionaria, cuya credibilidad ante la opinión pública no es la mejor, con esa cifra basta para justificar su desempeño, cuando la sociedad se pregunta no solamente por todos aquellos desaparecidos aún sin encontrar sino qué se está haciendo preventivamente para que no haya mas desapariciones. Ni asesinatos.
Los abrazos, apapachos y complicidades, déjenlos para la intimidad. Para lo público se requieren soluciones.
Como también se cuestionan los sonorenses por qué pareciera que las autoridades policiacas han sido rebasadas en varias regiones de la entidad y todavía se atreven a señalar que son noticias falsas las que provienen de los llamados de auxilio de zonas como la sierra alta.
¿Será acaso por eso, sin salirnos del tema, que muchos médicos desisten de irse a esas comunidades para evitar ser secuestrados por los representantes del crimen organizado?
La justificación de contratar a médicos cubanos para cubrir esas plazas va a ser válida en la medida en que se visualicen de igual forma otras alternativas más prácticas y menos onerosas para el presupuesto nacional.
Como planteaba por ahí un cibernauta: ¿Por qué no mandan 510 médicos militares mexicanos a los lugares remotos? Se resolverían dos problemas: se ataca la inseguridad, por la preparación castrense, y se tienen médicos calificados en esas zonas. ¿Alguien aplicará el sentido común? Ojalá.
También se encuentra AMLO con otros problemas: los planes de justicia para las comunidades originarias tienen mucho sentido social y es bueno sacarlas de la marginación. Lo malo es que personas como Adelfo Regino Montes, el Director General del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, dice querer aplicar justicia pero comete otras injusticias.
Está el caso de Loma de Guamúchil, sede del pueblo de Cócorit, en donde se pretende construir un camino similar al de Tórim, pero ya hay quejas de los poseedores de algunos terrenos cercanos al panteón, porque ni siquiera se les consultó a la hora de decidir que pasarían por ahí la brecha empedrada. Pero lo del camino es lo de menos. Las "soluciones" en territorio y agua tienen sus asegunes.
Una cosa es llevar el progreso a las poblaciones indígenas y otra es pasar por sobre sus propiedades y derechos humanos y eso, al parecer, al jefe del INPI le está valiendo un cero a la izquierda.
Por supuesto, hay muchos otros problemas como las calles destrozadas en la mayor parte de la ciudad y las comunidades rurales. Atender ese tema es prioridad para una sociedad harta de caer en baches un día sí y el otro también y que sus automóviles tengan que ir al taller cada vez que eso pasa.
Y en el aspecto de la corrupción, ni qué decir. Algunos de la 4T de Sonora piensan que haber llegado al poder es para cobrarse facturas de viejos tiempos y que en un trienio o sexenio deben de salir con los bolsillos bien llenos, pues no entienden ese término de "transformación".
Entre lo que salen las viejas estructuras del poder y se asientan las nuevas, si es que llegan, se han producido enormes vacíos que dan oportunidad a los "largos", que hay en todos los partidos, para trabajar para su bienestar personal y no el colectivo.
Para López Obrador, esa debe ser una responsabilidad de primer orden. De otro modo, mejor que ni venga a alborotar el panal.