¿Intervención de la ONU?
Por: Gerardo Armenta
La opinión pública regional conoce suficientemente la problemática que singulariza a la Etnia Mayo en el sur de la Entidad. Un periódico como el que tiene en sus manos ha sido profesionalmente útil para que esa problemática trascienda los límites de donde se origina. El propósito es que la información respectiva llegue a conocimiento tanto del público como de las instancias oficiales, las que, cabe suponer, podrían dar respuesta a las demandas indígenas. A menudo sin mucha eficiencia, cabe decir.
Los problemas de la etnia sureña por definición parecerían eternos, en su enumeración y efectos, a partir del tiempo que a menudo suele invertirse oficialmente para hablar de ellos, si bien con soluciones que aterrizan cada caída de casa...cuando aterrizan. Pero algo ha sucedido (o sucede) con esta mecánica que, por lo visto, quienes tendrían que reconocerse como beneficiarios de sus oficios, mejor han resuelto buscarle por otro lado, dicho así sin mayores complicaciones verbales.
Y hacen bien en la Etnia Mayo al optar por esta decisión y constatar que todas las demás que les han remitido (o que les han impuesto, mejor dicho) no han tenido ni tendrán le eficacia que acaso haya llegado a suponerse, como originalmente quizá pudo acreditarlo alguna versión al respecto. Sin embargo, por lo visto, el paso del tiempo terminó por evidenciar todo lo contrario. Tal es la certeza a la que hay que sujetarse más allá de toda consideración que se quiera esgrimir en uno u otro sentido.
Sorprenderá tomar nota de la forma en que a partir de una fecha reciente, la Etnia Mayo decidió buscar modos y formas inusuales que le ayuden a resolver sus problemas. Si usted está pensando que una instancia gubernamental mexicana de primer nivel, podría ser convocada para que asuma, esencial o parcialmente esa tarea, habrá que reconocer que no es así, ni siquiera por aproximación. En efecto, sorprende en gran medida la decisión a la que llegó el conglomerado mayo para ver si logra zanjar de una buena vez los más serios escollos existentes en su ámbito cotidiano.
¿Sabe usted a quién se han dirigido? Ni más ni menos que a la Organización de las Naciones Unidas. La celebérrima ONU. Ni más menos. En otras palabras, la Entidad Internacional de mayor rango que podría ser aludida aquí y en cualquiera otra parte del mundo. Sin incurrir en exageración o demagogia, bien podría decirse que esas célebres siglas entrañan palabras mayores a lo largo y ancho del mundo entero, más allá o más acá de la opinión que cada quien tenga sobre dicha Entidad y sus oficios en pro de la paz internacional.
El caso es que la información respectiva señala que el Gobierno Tradicional de los Ocho Pueblos Mayos pidió la intervención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a fin de resolver (tome usted nota) la división de la etnia, la proliferación de gobiernos "duales", el atraso del Plan de Justicia y las elecciones de regiduría y diputación étnica, entre otros problemas. O sea que hay más conflictos en la etnia sureña, pero, de momento, basta con los propios de la enumeración reseñada.
Increíble pero cierto. ¿A quién se le habrá ocurrido dirigirse a una instancia como la representada por la ONU para que tome cartas en la problemática más significada de la Etnia Mayo? A quien haya sido. El hecho es que ya se puso en curso un mecanismo al respecto. Ramón Wilfredo Armenta Gastélum, asesor jurídico del gobernador Feliciano Jocobi Moroyoqui, dijo que recientemente en la Ciudad de México se entregó un documento a una comisión de la ONU. En abril podría darse una respuesta.
Al parecer, el divisionismo es uno de los problemas quizá más serios o sintomáticos que existen en la Etnia Mayo. Su gravedad se acentúa cuando se toma nota (como lo dijo Armenta Gastélum) de que este problema es causado por funcionarios gubernamentales y grupos políticos que "han creado gobernadores a diestra y siniestra". Prueba de ello es que, entre gobernadores auténticos y duales (o alternos), ya suman más de 30, una verdadera exageración numérica y política.
Sin embargo, a lo mejor cabría suponer que, en caso de que una comisión de la ONU aparezca por estos rumbos, y enterados sus integrantes de lo que tendrían que arbitrar, posiblemente mejor pidan mano para mejor trasladarse al Medio Oriente u otra parte del mundo en conflicto reconocido. De ese modo evitarían revisar la agenda de problemas indígenas que nadie en el sur de la Entidad ha podido conciliar con buenos oficios de por medio. Pero ojalá la ONU muestre aquí la varita mágica que tanta falta le ha hecho en otras partes ante conflictos de índole bélica que han prosperado, sin que lamentablemente hayan podido evitarse.
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