PRI: una renuncia más

Problemas por cantar

Por: Gerardo Armenta

¿El riesgo que se corre es que pronto no quede nadie, ni siquiera para que apague la luz? Puede ser una posibilidad. Aunque seguramente remota. Quizá las cosas no lleguen a ese fatal extremo. Pero lo cierto es que en el PRI siguen produciéndose renuncias de sus militantes con una más o menos llamativa frecuencia. La verdad es que allí las cosas no pintan del todo bien. Insístase: recién se produjo otra dimisión en las filas priístas.

¿Para no perder costumbre? Quizá. Esta vez el renunciante tricolor se llama Eduardo Murat Hinojosa. Se trata de un exdiputado federal. Dijo que asumió esta decisión "con pesar, pero de manera firme". A su manera de ver las cosas, el PRI "ha perdido su rumbo, su brújula y lo más importante: las causas más nobles de justicia social que anhelan los mexicanos".

De ser cierta la anterior descripción, entonces el PRI es un partido irremediablemente condenado al cadalso por la historia, sin ninguna posibilidad de redención histórica o inmediatamente actual. Este podría ser un triste destino para un partido político que en ocasiones se abrazó estrechamente con la grandeza, aunque en otras veces, muchas, hizo todo lo contrario.

Llama la atención que el más reciente de los priístas que asumió dejar de serlo, pertenece a una familia donde el padre y un hermano tienen orígenes priístas y también ambos (qué coincidencia) fueron gobernadores de Oaxaca. Por lo visto, también el hermano se habría alejado prácticamente del PRI, acercándose muy vistosamente a Morena. En este contexto, el exdiputado Murat Hinojosa (protagonista de la más reciente dimisión en el PRI) dijo que seguirá luchando por un México más justo. ¿Desde Morena? Es muy posible, a como están las cosas políticas y sus protagonistas en el país.

Por su lado, al comentar estos sucesos, Dulce María Sauri, exdirigente nacional del partido, dijo que "el PRI está desangrándose". Y con respecto a su participación en tareas del partido señaló que se encuentra "en estado de hibernación". Quiso decir que ella está en una especie de aletargamiento político. O todavía más: en un sueño profundo o en franco reposo. Hace bien. Para qué complicarse la vida cuando las cosas en un partido político como el PRI se han salido del cuadrante, según todas las evidencias a la mano.

Quizá deba ser mucho mejor ponerse a cantar. Sí. ¿A cantar? Aunque también esta saludable y muy mexicana actitud puede resultar contraproducente. Ya ven lo que le pasó a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda. Una noche reciente en un evento se puso a cantar en público con Jorge "Coque" Muñiz. Fue la noche en que allá fueron descubiertos los cuerpos de once personas de un total de 17 que se habían reportadas como desaparecidas.

Ella y Muñiz destrozaron una hermosa canción propia de la sentida inspiración de José Alfredo Jiménez que lleva por título "Si nos dejan". Ni más ni menos. Muñiz no está para un quehacer así por su proclividad al humorismo sin chiste. Tampoco Salgado Pineda. La gobernadora se puso a cantar cuando su Estado vive y sufre una tremenda crisis de inseguridad, violencia y muerte. ¿A quién se le ocurre? La gobernadora de Guerrero pretendió descalificar las críticas que ha recibido. Y, como se estila siempre, culpó a la oposición por las críticas en contra suya. Pero que viva la fiesta y que se asuma que allá no ha pasado nada.

Por igual, recientemente se produjo un capítulo más de la que podría ser una interesante serie con cargo a reconocidos personajes políticos de primer orden. De esta manera, Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, reabrió el pleito que lo ha enfrentado (o viceversa) con Alejandro Moreno, senador también y dirigente nacional del PRI. Ahora el primero calificó al segundo como cínico. Descalificó así una al parecer tranquilidad anímica de "Alito" por una demanda de juicio político promovida hace años en contra suya cuando fue gobernador de Campeche.

Al parecer existe en el Senado una larga lista de por lo menos 512 solicitudes de juicio político. De allí la tranquilidad (por ese elevado número) que Noroña le atribuye al líder priísta. Pero más allá de esta circunstancia, queda en claro que la rencilla entre ambos está todavía abierta, después de que en días pasados tuvieron en el Senado un choque verbal inusual y personalmente subido de tono en un lugar así. "Alito" alcanzó a Noroña en la mesa que ocupa el presidente del Senado y allí intercambiaron expresiones no necesariamente cordiales. El pleito no ha terminado. Al contrario...

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