La idea de que la oferta y la demanda determinan los precios, es un viejo ardid neoliberal, para encubrir a quienes controlan los mercados
Por: Alberto Vizcarra Ozuna
Los productores de maíz y trigo del país, empiezan mostrarse más que inquietos y algunos advierten movilizaciones, porque los precios de ambos granos básicos, registran caídas drásticas. El impacto es mayor en tanto los insumos requeridos para los cultivos que están por cosecharse, acusaron incrementos exponenciales. En una consideración simple, la caída en los precios respecto al año pasado, en el caso del trigo, sería de cerca del 30 por ciento, mientras se registró un incremento en el costo de los insumos de más del 300 por ciento. Un golpe demoledor para las regiones productoras de trigo y maíz del país.
Este es el elefante que se ha posado sobre la mesa de las asambleas anuales de los organismos agrícolas y de productores de todo el país, que sienten el vendaval apabullante de los mercados internacionales, mientras el Gobierno Federal no da signos claros de proteger presupuestariamente a la producción nacional de granos básicos. Los apoyos los reduce a las regiones del autoconsumo. A las zonas de riego, donde se registra la mayor producción y productividad, las abandona a la suerte que dicten los mercados internacionales. Una discrecionalidad arbitraria y opuesta al interés nacional.
Este sábado11 de marzo, estuvieron presentes las autoridades federales y estatales en el convivio de cierre del informe anual de los usuarios del Distrito de Riego del Río Yaqui, en el sur de Sonora. Se acordó una posible reunión, no con el Secretario de Agricultura, sino con el secretario de Gobernación para ver “cómo podrían ayudar” a paliar la circunstancia. No obstante la secretaria de agricultura del estado de Sonora, Fátima Rodríguez, se encargó de adelantar que la situación es muy grave, porque los almacenamientos mundiales de trigo y maíz, están saturados, además de agregar que es más barato producir estos cereales fuera del país, implicando que no se protegería el mercado nacional. Anticipo de que el gobierno no se hará cargo. Una especie de mensaje: contra las leyes del mercado no podemos.
La idea de que la oferta y la demanda determina los precios, es un viejo ardid, un viejo sofisma del librecambismo (neoliberal), para encubrir a los consorcios y corporativos privados que controlan los mercados de futuros y que proyectan ganancias especulativas con las caídas y las alzas en los precios de los bienes en los que apalancan negocios financieros completamente ajenos a la producción. Es frente a esos poderes que el Estado mexicano, está obligado a proteger la producción nacional de alimentos y a los productores.
La realidad es que no hubo incrementos significativos en la producción mundial de trigo. La FAO sostiene que la falta de alimentos hace crecer la amenaza de hambruna global, al tener 345 millones de personas en crisis alimentaria. La producción mundial de trigo en este año, con respecto al año anterior, tuvo incrementos por demás exiguos, con un 0.25 por ciento.
Como lo sostiene el economista, José Luís Calva, director del departamento de investigaciones económicas de la UNAM y experto en asuntos agropecuarios: la joya de la corona de todo proceso de protección a la producción nacional de granos básicos son los precios de garantía. Y estos, para que realmente tengan los efectos deseados, deben de ser universales. Deben de comprender a todos los productores de granos básicos, no sólo a las regiones del auto consumo. Lo cual implica un replanteamiento de la política alimentaria del país, para que todas las potencialidades productivas de las zonas graneleras de México, se orienten al mercado nacional y al reposicionamiento de la autosuficiencia alimentaria.
Si en algún frente ha adquirido un tono hueco la retórica antineoliberal del gobierno de López Obrador, es en la política hacia el campo. Se negaron a recuperar para el mercado nacional, a las regiones agrícolas que la imposición de los tratados de libre comercio, mantienen cautivas y al vaivén de sus dinámicas especulativas. El gobierno hizo del autoconsumo un sinónimo de autosuficiencia, se mantuvo sin metas físicas de producción para reducir la dependencia alimentaria y con un discurso de denostación a los productores ubicados en la llamada “agricultura comercial”, a quienes el presidente los juzga por los sombreros que usan, los cintos que portan y los vehículos que conducen y no por las toneladas de trigo y de maíz que producen.
Ataca a los productores nacionales, como si ellos hubieran elegido ubicarse en la agricultura comercial, cuando fueron los gobiernos neoliberales los que se rindieron frente a los dictados mundiales de los mercados y les impusieron ésta condición a los productores. Marrullerías que resultan por demás peligrosas, en tiempos de una crisis alimentaria mundial.
Las expresiones de queja de los productores están empezando a trascender la condición “peticionista” de lograr algunos apoyos coyunturales y empiezan a ocupar espacios en el campo programático al reclamar, como lo hacen los productores de Sinaloa, “que las políticas públicas deben de ser para todos los mexicanos, como era en los tiempos en que se tenía un precio de garantía para ponderar que las cosechas son una cuestión de seguridad alimentaria”.
Ha llegado el momento de romper con la desgraciada inercia económica de las últimas cuatro décadas. El mundo está dando signos inequívocos de que estas políticas son insoportables. Inestabilidad financiera y comercial, truenes bancarios y guerras permanentes. Hay que celebrar que los productores mexicanos hayan decidido poner sobre la mesa el concepto de los “precios de garantía”, término que espanta y conjura a los fantasmas perniciosos del neoliberalismo.