Ciudadanos vuelven a confiar en las promesas de mejora, pero al final de cuentas es sólo "mucho ruido y pocas nueces"
Por: Francisco González Bolón
Por diversos medios se ha dado a conocer que algunos gobiernos están realizando foros de propuestas y opiniones para integrar el Plan de Desarrollo, ya sea para los municipios o bien para el Estado de Sonora.
La experiencia se ha vivido ya en otras ocasiones, pues las autoridades han convocado a la población para que diga cuáles son sus principales necesidades, a fin de integrarlas en un documento que permita evaluar si se cumplen o no las promesas o compromisos.
En los primeros días del Gobierno estatal, se observa que Alfonso Durazo Montaño ya trae en mente algunos mega proyectos para las diversas regiones de la Entidad y que seguramente se derivaron de los recorridos durante la campaña electoral reciente.
A cuanto candidato llegaba a sus calles o colonias, la gente le hacía ver sus principales problemas y en la mayoría de las ocasiones renovaban la confianza en que los nuevos gobernantes sí van a cumplir con lo que dijeron en su momento.
Lo único malo es que también existe ya "jurisprudencia" sobre lo que al final de cuentas entregan los gobernantes: mucho ruido y pocas nueces.
No iremos muy lejos. Los recientes gobiernos municipales quedaron mucho a deber con sus planes de desarrollo, pues difícilmente cumplieron a carta cabal con los ofrecimientos bajo el argumento de la crisis económica, la baja en las participaciones federales, la pandemia y la nula presencia de obra de los niveles federal y estatal en sus comunidades.
Es más, la gente cree que, por lo menos en el sur de Sonora, las administraciones locales en vez de lograr desarrollo armónico de sus comunidades, mas bien aplicaron la reversa porque dejaron comunidades enteras sin agua potable, calles destrozadas, colapsos de drenajes o cuadras enteras sin alumbrado público.
Y, lo que es peor, dejaron un clima de terror ante la pasividad oficial hacia los grupos de la delincuencia, que se apoderaron de la región al grado de que un día sí y el otro también se matan entre sí o bien a inocentes que solamente son considerados por las autoridades como "víctimas colaterales" en la disputa por los territorios.
Es decir, el Municipio seguro, en paz, ofrecido por los que se fueron, no fue sino una parte mas de la demagogia que envolvió a la clase política y que todavía con mucho cinismo se empeñan en mantener como si en realidad hubieran hecho algo por su comunidad en la lucha contra el crimen.
Desde ahí se parte que el Plan de Desarrollo evidentemente no fue atendido con la eficiencia y eficacia deseadas por la sociedad, sino que se concretaron a hacer números alegres que para los nuevos gobernantes se han convertido en triste realidad.
En el afán de obtener dinero para sus bolsillos, los gobernantes se olvidaron de que la sociedad, al menos en el nivel del Municipio, lo que quieren es que les tengan una buena recolección de la basura, un alumbrado público al 100, calles transitables, agua potable suficiente y, sobre todo, un clima de paz.
Al menos en Cajeme, ni qué decir en Guaymas, Empalme, Bácum, San Ignacio Río Muerto, Navojoa o Huatabampo, esos renglones quedaron sin respuesta porque es tan obeso el cuerpo administrativo de los ayuntamientos que apenas les alcanzaba para un 95% del gasto corriente y un 5% para la inversión en obras.
Mientras esos números no se reviertan, los municipios seguirán condenados a la parálisis, a pesar de que son, sin duda, la base de un mal entendido federalismo que lejos de alcanzar una distribución equitativa del desarrollo, lo concentra en unos pocos, que regularmente son los mas allegados.
Sería bueno que los foros de consulta puestos en marcha ahora, sirvan en verdad para tomar en cuenta la opinión ciudadana.
De otro modo, eso de la transformación seguirá en la lista de promesas fallidas de toda la vida.
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