Creyeron que el triunfo les caería del cielo o por su simpatía personal, en lugar de preocuparse por asumir el trabajo partidista que les correspondía
Por: Gerardo Armenta
El vistazo dado ayer a la situación postrera de un partido como el PRD, bien puede complementarse con uno más que se ocupe de lo que ocurre tanto en el PAN como el PRI después de que ambos también fueron abatidos electoralmente el pasado 2 de junio. ¿Por qué perdió Xóchitl Gálvez la contienda presidencial?
La pregunta de ninguna manera es ociosa. Pero en su intento de respuesta quizá deba hacerse notar que siempre resultó casi imposible que obtuviera la presidencia. Hoy se sabe que la jerarquía panista (con Marko Cortés a la cabeza) hizo todo lo que nunca debió hacer para perjudicar a su candidata. Lo mismo puede decirse de los principales mandos priistas y perredistas integrantes de la misma coalición opositora.
Unos y otros, todos, al final, creyeron que el triunfo les caería del cielo o por su simpatía personal, en lugar de preocuparse por asumir el trabajo partidista que les correspondía como parte de una contienda electoral de suyo complicada para la oposición. El real o aparente simplismo de estas premisas, queda de manifiesto cuando recién se supo que Xóchitl Gálvez y Marko Cortés dieron por terminadas las diferencias que sostenían. Todo mundo supo que esas diferencias hicieron crisis la noche de la elección. Cortés se molestó sobremanera porque Xóchitl llamó para felicitar a Claudia Sheinbaum.
Cortés montó en cólera y le gritó a Gálvez de fea manera e impropia de un caballero o correligionario político. Lo ocurrido fue de hecho un altisonante altercado propiciado por el dirigente panista. Al final una y otro reconocieron que, al superar el incidente, se dijeron lo que tenían que decirse, como suele ocurrir tras un buen pleito callejero a navajazos. Empero, lo bueno para el PAN (si hay algo bueno en todo esto) es que ya pasó el tiempo electoral y que en su ámbito salió a relucir la clásica pipa de la paz.
Pero eso no quiere decir que el blanquiazul está en la mejor de sus etapas. Se encuentra muy lejos de esta condición. No precisamente en trámite de desahuciado partidista, pero sí con severos problemas de imagen política. Sus números electorales recientes harían pensar que la ciudadanía desconoció al blanquiazul. Pero no hay problema. Su dirigente Cortés está listo para llegar al Senado de la República sin haber hecho campaña. Así cualquiera es político.
En el PRI no es distinta la situación. Quizá pueda ser hasta peor si se revisan los números dejados por la elección reciente. Se sabe en estas alturas que los resultados en la materia fueron demoledores para el tricolor. Como nunca antes.
Por eso en el PRI están planeando (como siempre ante una situación adversa) remontar lo ocurrido con palabras muy sentidas y emocionantes, pero al final quizá sin hechos que las avalen. Históricamente el priismo suele crecerse ante las derrotas en el momento en que las sufre y al rato sus mandos de olvidan de lo ocurrido. Pero esta vez tendría que entenderse que las cosas al respecto llegaron hasta donde nunca antes habían llegado.
Es suficiente para entender lo anterior con revisar en un listado el número de victorias y derrotas electorales del tricolor. Allí está escrita la historia respectiva. El dirigente nacional Alejandro Moreno Cárdenas ya se explicó al respecto. Lo hizo con mucho sentimiento y ánimo (ya para qué, dirían los priístas).
Dijo lo de siempre. Que tendrá que hacerse una reforma profunda al partido. Consultar a las bases y a quienes votaron por el PRI (millones, indicó). Lo que se quiere, añadió, es impulsar un partido más tecnológico y digital. He aquí una suma de propuestas un tanto convencionales o hasta rutinarias.
En el PRI, sin embargo, al parecer estarían pensando en cambiar de nombre, los colores y hasta el logotipo del partido. Esta sería una propuesta a discutir en la asamblea nacional ordinaria priista de julio venidero. Por lo visto así lo dijo en una entrevista radiofónica el mismo dirigente Alejandro Moreno Cárdenas. Pero acaso su propuesta no caló hondo en el ánimo de la opinión pública, porque en realidad poco o nada es lo que se ha vuelto a decir sobre el asunto.
Un cambio tan frontal y abierto como el que presumiblemente se ha esbozado, sería de muy largo alcance para el PRI. Aunque llegado el caso, si es que llega, no faltará quien pregunte si no sería ya demasiado tarde para emprender un mecanismo de esa naturaleza, cuando los tiempos, como los de hoy, ya no son tan benévolos para el partido. Pero habrá que esperar los respectivos acontecimientos, porque bien puede tratarse de una mera opinión la que se expresó en el sentido que se indica. No parece propio adelantar mayores vísperas al respecto. Pero sí vale remarcar que también Moreno Cárdenas llegará derechito al Senado. Qué sufran los militantes…
armentabalderramagerardo@gmail.com