Navojoa y un problema

El paso del ferrocarril

Por: Gerardo Armenta

Navojoa es un lugar en el cual ciertos y cuales problemas de primerísimo orden social han llegado a formar parte cotidiana de la rutina o la ambientación ciudadanas sin que, al paso de los años, a ninguna autoridad se le ocurra intentar siquiera resolverlos. Se les ha dejado un tanto a la buena de Dios, esperando que la voluntad divina asuma resolverlos, pero sin hacer nada desde el punto de vista oficial o terrenal.

De este modo, algunos problemas urbanos crecen hasta convertirse en verdaderas encrucijadas citadinas, las que, al paso de los años, lo único que hacen es empeorar sus de por sí terribles consecuencias rutinarias. Tal es el caso directo y frontal del crucero del Ferrocarril a su paso por la Abasolo, una avenida navojoense cada vez más concurrida por su abultado tránsito vehicular y peatonal. Allí se generan toda clase de problemas viales, pero principalmente el que tiene que ver con la obstrucción vehicular por parte del tren a lo largo de dos o tres veces al día.

El término obstrucción es justo y pertinente porque nunca han avisado a qué horas será el paso del tren. Cuando ocurre ese tránsito, en la avenida Abasolo suele producirse una especie de conjuro por el cual el tiempo se detiene y nadie puede pasar ni de aquí para allá ni de allá para acá, dicho sea en términos sobradamente sufridos por la población. Autos, bicicletas, motocicletas, carretas, peatones, todo se detiene...hasta que los señores que cumplen las "dichosas" maniobras del tren en suelo citadino de Navojoa deciden que éstas han sido felizmente cumplidas. ¿Preguntan alguna vez si la ciudadanía se atrasó en sus rutinas cotidianas por la forzada espera a que la someten esas operaciones del tren? Que van a preguntar. Sus preocupaciones son otras.

Pero no saben (o lo ignoran deliberadamente) que esta problemática se ha vuelto cada vez más aguda e insostenible con el paso del tiempo. Tenía que ser así. Aquí hay una burla o insolencia que agravia severamente a los navojoenses. Por lo menos recientemente ningún responsable ferrocarrilero ha ofrecido cara o palabra siquiera para platicar sobre la situación que se comenta. Las autoridades de muy diverso rango tendrían que hacer algo para obligar a quien deba de hacerlo se interese en el problema. Un reconocido activista social como Leonardo Pacheco Aguirre replanteó recientemente el problema vial y urbano creado por el paso del Ferrocarril en el ámbito navojoense.

Pacheco Aguirre recordó el ofensivo o burlesco desplante de un funcionario de la empresa que zanjó el problema diciendo que el tren llegó a primero a Navojoa y no las colonias y la gente. Tanta sabiduría deslumbra a incautos como uno. Ojalá ese sujeto volviera de nuevo para preguntarle algo que, en su inmensa sabiduría, debe tener resuelto desde hace tiempo: ¿Qué fue primero entre el huevo y la gallina? Pero no ha de ser con sujetos, así como podría zanjarse una situación como la que se comenta.

A lo largo del tiempo, como hay constancia suficiente, se han descrito soluciones que llevarían las maniobras del tren a las afueras de la ciudad. Pero, al igual que otras medidas, esa (que podría ser la clave de todo) tampoco se concretó. Desde entonces a fecha, es obvio que las cosas al respecto han empeorado increíblemente por el modo en que se les ha dejado empeorar. No hay disculpa que valga. Sorprende que ninguna autoridad de ningún nivel (lo que no debería llamar la atención, lo que sea de cada quien) haya intentado resolver este problema, que data ya de muchos años. A ver hasta cuándo, si es que realmente llega a producirse alguna decisión en el sentido que cabría esperar.

Mientras tanto, se sabe que en el oriente de la ciudad (donde más se resiente la situación aludida) existe una población de más de 60 mil personas. Un mundo. En esa misma área hay dos universidades de primer nivel. Pacheco Aguirre dijo: "La zona está creciendo mucho. Hay mucho movimiento. Y por eso los congestionamientos son cada vez más fuertes". Esta es una fiel descripción del oriente navojoense. Pero también hay que ver que la problemática es igual de allá para acá, es decir, hacia el poniente de la ciudad. Estamos hablando prácticamente de una ciudad dividida en dos por unas vías de ferrocarril (el caso del Canal de Las Pilas es distinto).

El tren en Navojoa no es periférico o aledaño como en otros lugares. Pasa casi por el centro de la ciudad. Y lo hace por lo menos tres veces al día. El problema quizá no es tanto que pasara por la ciudad. El abuso es que se detiene para realizar maniobras en lo que es prácticamente el ámbito urbano. Y así es como desquicia todo el mapa citadino entre el poniente y el oriente navojoenses. Pero, aunque el tren haya sido primero que las colonias y la gente, es obvio que en esta parte de la historia quienes más importan son las personas y los lugares donde viven, digan lo que digan los obtusos que piensan lo contrario.

 Aunque cabe pensar que, de una u otra manera, tendrá que solucionarse el terrible contrasentido ambiental o urbano bosquejado a lo largo de estos renglones. Ocurrirá así bajo el supuesto de que todavía existen instancias oficiales que velan por el interés público, como tendría que ser su obligación.

armentabalderramagerardo@gmail.com