Todo mundo sabe que Venezuela es un país que vive hoy momentos electorales y políticos en verdad complicados
Por: Gerardo Armenta
En Venezuela huele a…Navidad. Mientras en México apenas estamos por llegar a las Fiestas Patrias, en aquel país a partir del primero de octubre empezará la tradicional celebración de fin de año que en un calendario como el nuestro ocupa un particular tiempo decembrino. Allá, por lo visto están adelantando el calendario por casi cuatro meses.
Tendrán sus razones, las que, sin embargo, no resulta fácil acreditar del todo por más que le busque uno. Todo mundo sabe que Venezuela es un país que vive hoy momentos electorales y políticos en verdad complicados, los que se creyó podría remontar en un tiempo razonable. Pero no ha sido así, al grado de que parecería que allá estarían por estabilizar (suponiendo que algo así sea posible) la conflictiva secuela que dejó la reciente elección presidencial.
Una prueba de ello es que, por ejemplo, el gobierno de Nicolás Maduro obtuvo (no debió batallar mucho para lograrla) una orden de aprehensión contra el excandidato presidencial opositor, Edmundo González Urrutia, quien habría derrotado comicialmente al mandatario venezolano. El problema es que este personaje ni siquiera de broma se ha acercado a la posibilidad de aceptar que perdió la elección. Prueba de ello es que se encuentra tan ilusionado y contento que se dispone a celebrar la Navidad…en octubre.
Qué felicidad. El propio Maduro se permitió anunciar que la Navidad comenzará en Venezuela el día primero del mes entrante. Y dijo que será como una expresión de “agradecimiento al pueblo venezolano”. En lo dicho: qué felicidad. Cuando uno sea grande quisiera ser así. Alguien como Maduro tiene encima todas las “broncas” del mundo (le están acusando de que burló una elección presidencial) y lo que se le ocurre es adelantar la Navidad. Como si hacer eso, en el significado verdadero de la celebración decembrina, dependiera de una voluntad personal o política.
Para Maduro (según lo dijo el mismo) la llegada de septiembre propició que oliera a Navidad. “Por eso –añadió-, este año en homenaje a ustedes, en agradecimiento a ustedes, voy a decretar el adelanto de la Navidad para el primero de octubre”. Y luego, un tanto mágicamente, aseguró: “Para todos y todas llegó la Navidad, con paz, felicidad y seguridad”. Alucinante. O aterrador. El poder de Maduro es tan absoluto que se permite decretar cuándo o en qué momento puede celebrarse la Navidad. Olvida que esta no es una fecha sujeta hoy por hoy al arbitrio de ningún simple individuo.
Pero no es la primera vez que Maduro recurre al expediente de anticipar la Navidad (en su personal versión política) para salir de problemas que lo agobian o que lo tienen contra la pared. Como hoy mismo le está sucediendo en su país. En dos ocasiones anteriores (años 2020 y 2021) sacó a relucir esta misma prestidigitación suya, siempre con la finalidad de superar escollos. La motivación no podía ser otra. Esta vez Maduro no fue muy lejos por la respuesta.
Prueba de ello es que, según notificaron reportes periodísticos, la Conferencia Episcopal Venezolana señaló que la Navidad es una celebración universal que, como tiempo litúrgico, inicia el 25 de diciembre. Y pidió que no se utilice para fines propagandísticos ni políticos particulares. Como queda en evidencia, no debe ser posible tomar para sí en lo individual el tenor o el sentido de una emocionante celebración tradicional que, como la Navidad, nunca debería utilizarse para politiquerías. Pero si Maduro está siendo invadido por un gran espíritu de fraternidad y humildad, lo que tendría que hacer entonces es mostrar las actas de la elección presidencial reciente.
Alguien como él, tan particularmente inclinado a rendir honores al espíritu navideño y trastocar las fechas respectivas de la festividad a su libre albedrío, también debería mostrar la misma soltura para permitir el análisis de la decisiva documentación de los recientes comicios presidenciales celebrados en Venezuela. Con esa actitud, de acuerdo con todos aquellos que han seguido de cerca el desarrollo de la problemática electoral y política surgida en aquel entorno, se allanaría la delicada e inquietante situación que todavía se advierte en su país.
Sin embargo, de momento no hay mayores señales que tornen visible un esquema como el anterior. Al contrario, parecería que Maduro siente que ya superó la crisis que causó su inesperada reelección y se dispone a cobrar la factura a quienes supone que se la deben. Así hay que entender la probable detención judicial de su principal adversario electoral. Esta decisión por supuesto no es buena de cara al tiempo venezolano de hoy. Pero mientras se despeja para bien la situación descrita, procederá desear que en octubre venidero tengan por allá…una feliz Navidad.
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