Sigue el caso Colosio
Por: Gerardo Armenta
El Municipio de Cajeme tiene dato interesante en materia migratoria. No es tanto que en su ámbito ocurra que mucha de su población esté emigrando a otros lugares del país y del extranjero. Las cosas al respecto no llegan a tanto. Pero sí existen algunos datos que por lo menos llaman la atención.
Por ejemplo, en una información reciente publicada por Diario del Yaqui quedó anotado que un total de 14 mil 671 personas dejaron el Municipio de Cajeme entre los años 2015 y 2020, lo que hicieron principalmente con el fin de reunirse con familiares, buscar empleo o cambiar de trabajo. Estos datos fueron reportados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, más conocido como el Inegi.
En este contexto es interesante advertir que el mayor número de cajemenses que emigraron del municipio (5 mil 630) lo hicieron para reunirse en otras partes con familiares suyos. Quienes se fueron para cambiar de trabajo y los que su motivación fue buscar empleo, prácticamente igualaron el número de migrantes: 2 mil 678 los primeros y 2 mil 174 los segundos.
Existen al respecto otros datos igualmente reveladores en relación con el tema que se aborda. Por ejemplo, el Inegi encontró que 2 mil 126 personas dejaron Cajeme para irse a estudiar, en tanto que 753 lo hicieron porque se casaron. Al mismo tiempo, debe reconocerse que un apartado que, con apego a cierta lógica, debió tener un cierto grosor, pudo ser el de quienes decidieron marcharse de Cajeme por el clima de inseguridad y violencia existente en su ámbito.
No fue así, en tanto que la estadística al respecto contabilizó en este rubro a 154 personas que emigraron a otras partes. Por otro lado, llama la atención que 116 personas más fueron deportadas del municipio. ¿Qué razones habrán influido para que se produjera una deportación municipal de esa medida? No se precisa en la información respectiva porque seguramente tal no fue el caso. Pero no hace falta. Lo único que se pretendió con un recuento de pormenores como los anteriores, fue llamar la atención sobre una realidad que, como la migración interior, suele ser mucho más cuantioso en muchas otras partes del país que en un lugar como Cajeme.
Mientras tanto, el denominado caso Colosio sigue generando información, y máxime después de que oficialmente al paso de los años se retomó, prácticamente dando por cierta, la teoría del segundo tirador contra el entonces candidato presidencial del PRI. Como se sabe históricamente, Colosio fue muerto el 23 de marzo de 1994 en un mitin llevado a cabo en Lomas Taurinas, Tijuana.
Eso es lo que siempre se ha sabido. Lo que nunca se ha podido poner en claro es si, por ejemplo, el entonces agente del Cisen (Seguridad Nacional), Jorge Antonio Sánchez Ortega, hizo el segundo disparo de los dos que recibió el político sonorense. La Fiscalía General de la República ya dio por cierto ese presumible hecho.
El problema es que un juez federal acaba de negar la respectiva orden de aprehensión en contra de Sánchez Ortega, quien, al parecer, según el testimonio de una compañera de trabajo de Aburto en una maquiladora, Sánchez Ortega lo habría visitado dos veces antes de los hechos en Lomas Taurinas. En 1988, esa mujer, sobre cuatro fotografías de Sánchez Ortega a la vista, no lo identificó como quien visitó a Aburto en su centro de trabajo. Pero el año pasado, las autoridades le mostraron una sola fotografía del mismo sujeto, y entonces sí lo identificó positivamente.
Es muy posible que de allá venga la trama del segundo tirador contra Colosio, que hasta ahora no deja de ser una mera teoría, o, mejor dicho, que lo fue en su momento. Prueba de ello es que el juez Jesús Alberto Chávez Hernández calificó como inverosímil y presuntamente inducido el testimonio de la mujer que fue compañera de trabajo de Aburto.
La existencia de un segundo tirador en el lugar donde fue abatido Colosio, nunca pudo ser demostrada en su momento. Al paso de los años, muchos en realidad, la teoría ha salido a relucir de nuevo. Y quizá no pueda negarse que de nuevo llamó la atención pública, pero con la certeza de que difícilmente podría llegar a resultados concretos. El paso de tantos años de una trágica historia como la descrita, torna en extremo difícil, aunque no imposible, presentar el caso Colosio bajo otro enfoque de investigación distinto al conocido.
Tal objetivo no ha de ser imposible del todo. Pero...
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