Menos días

Los ediles duran 3 años; al dejar de serlo y empezar un nuevo periodo, durante el que ya no eres miembro del Cabildo, este lapso de transición se convierte en sufrimiento

Por: Alejandro Mungarro Daniels

A pregunta a un ex edil del Municipio de Cajeme, de cuál es el año más difícil para un miembro del Cabildo, éste responde que el año más difícil es el cuarto.

De principio la respuesta no tiene sentido, dado que el periodo de trabajo del edil hasta antes dela administración que está por iniciar, eran tres años, hoy ya se pueden reelegir.

El edil cuestionado aclara: Es verdad que el periodo de los ediles son tres años; sin embargo, al dejar de serlo y empezar de nuevo un periodo donde ya no eres miembro del Cabildo, aunque muchos lo nieguen, este periodo de transición se convierte en sufrimiento, más cuando por alguna razón llegaste a esta posición, sin tener realmente una verdadera vocación de servicio.

Durante los tres años que sirves en el Ayuntamiento, es quizá un tiempo breve, pero te acostumbras a una nueva forma de vivir, y dejarla de un día para otro, cuesta trabajo.

En principio te acostumbras a un sueldo bien remunerado, a un horario de trabajo, si es que se le puede llamar así, muy cómodo, relajado, que hasta te puede alcanzar el tiempo para otra actividad. Ese trabajo también te da un estatus, tanto en el aspecto político, como social y eso es en cierto punto placentero.

Por lo regular, aunque tres años son tiempo relativamente corto, crees que no se va a terminar y mediante esa actividad te dará oportunidad de cosechar amigos y acumular experiencia con los que después del término de ese periodo puedes aspirar a tenerlo de nuevo u otro que tenga cierta relación y vivir otro periodo de tiempo con relativa comodidad.

Pero la realidad poco a poco se va reflejando, los pleitos, las envidias, los golpes bajos se van manifestando desde principios de las gestiones y van creciendo a medida que la administración avanza. Tener un padrino en estos menesteres es cosa de vital importancia y este debe tener muchas cualidades, la principal que conozca el entramado político en todo lo que esto conlleva.

Así es que ostentar ese grado de poder por lo regular te vuelve diferente, entre lo diferente se encierran varios aspectos, uno de ellos es que vas perdiendo la humildad, si es que alguna vez la tuviste, te vas vistiendo con el ropaje de la arrogancia, de superficialidad, a algunos se les nota el cambio hasta en el modito de caminar, de hablar, quieren en todas las ocasiones expresar su sabiduría en todos los aspectos, aunque estén muy lejos de tenerla.

Como comúnmente se dice, se va perdiendo el piso, te mareas, aunque sólo estés parado en unos minúsculos ladrillos.

Los estudiosos de la conducta del ser humano hablan entre otras cosas, que este tipo de personas están próximas a adquirir o ya lo tienen, el síndrome o el mal de hubris, esto es cuando se les da algún tipo de poder sin estar preparados para ostentarlos y más cuando les llega en forma inesperada.

Se dice que las personas afectadas de hubris van perdiendo de poco a poco el contacto con la realidad, se vuelven imprudentes, impulsivos, incluso llegan a desafiar la ley. Están peleados con la mesura, con la sobriedad.

El ex edil del Municipio de Cajeme, hace el análisis y sigue contando de los hombres y mujeres que ostentan un grado minúsculo del poder y el sufrimiento por el que atraviesan a la hora de desprenderse de él y como, en los últimos meses y los últimos días de ejercerlo se ven sumidos en la añoranza, porque son pocos los que logran trascender.

Afirma el ex edil que la mayor parte lo niega y termina diciendo que en los últimos días, ya casi al terminar la administración, se ven sumergidos en la tristeza al ver la realidad de que el tiempo no perdona, que no hay fecha que no se llegue ni tiempo que no se cumpla y de repente se ven inmersos en el conteo regresivo de restar menos días en el poder y seguir en la vida como simples mortales.