Sus faltas administrativas son graves y deben turnarse a los órganos estatales competentes que determinarán las sanciones
Por: Francisco González Bolón
Dicen que a cada santo le llega su día y la regidora Matilde Lemus Fierro, que no es una santa por supuesto, ya tiene enfrente el día que nunca pensó le llegaría tan pronto.
Y es que la muchacha ante el Ayuntamiento tiene dos números de empleada: el 11136, como Secretaria General del Sutsac, y el 17409, como Regidora y, hasta donde se sabe, no ha querido renunciar a uno de los dos para evitar incurrir en violaciones a la Constitución Política del Estado de Sonora.
Pero según la Unidad de Responsabilidades Administrativas de Cajeme, dependiente de la Contraloría Municipal, ella ha abusado de su condición de servidora pública para obtener un doble sueldo en sus funciones como Regidora y como dirigente del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Cajeme.
Por lo tanto, sus faltas administrativas son graves y deben turnarse a los órganos estatales competentes que determinarán las sanciones, que pueden llegar incluso a la inhabilitación para ocupar cargos públicos.
Lemus Fierros, como se sabe, fue arropada por la dirigencia de Morena para incorporarla a la planilla que contendió, y ganó, la Presidencia Municipal de Cajeme.
Como dirigente de los trabajadores municipales, se le hizo fácil aceptar mantener el suelo como secretaria general del Sutsac, de 31,824 pesos, y también el de Regidora, por 20 mil 500 pesos.
En la simulación que los funcionarios públicos acostumbran, nadie reparó en la denuncia de hechos que Gilberto Pablos Fuentes hizo llegar a la Contraloría local porque las leyes señalan que cuando los trabajadores sindicalizados desempeñen un puesto de confianza, quedarán en suspenso todas sus obligaciones y derechos sindicales.
O bien, aquello de que jamás podrán reunirse en una persona dos encargos por los que disfrute de sueldos.
Conforme se hicieron las investigaciones, que no deben haber sido muy a fondo porque ya las leyes son muy claras, se fue determinando que Lemus Fierros incurrió en faltas administrativas graves, según la resolución del lunes 16 de mayo firmada por Ernesto Alonso Navarrete Corral, autoridad investigadora del URA.
La credibilidad en las autoridades municipales que se hicieron de la vista gorda ante los hechos fue hecha pedazos por la Contraloría Municipal, que al menos en este caso ha dado muestras de imparcialidad, pero falta saber qué actitud tomarán las instancias superiores o si se trata solamente de, una vez más, la simulación acostumbrada.
Aunque en el pasado ya el Sutsac había estado en el mismo partido de las autoridades en turno, no había tocado el caso de que la Secretaria General también ocupara un puesto de confianza, como la regiduría.
Ese acto de deshonestidad de Lemus Fierros indica que en el PRI, en el PAN o en Morena la corrupción sigue vigente y que no hay mayor diferencia entre los que condenan a los corruptos del pasado pero apechugan las indecencias del presente.
Se trata, hay que reiterarlo, de ir cambiando a este país de su cara de corrupción con que se le conoce en el mundo, pero por lo visto la mal llamada Cuarta Transformación ha de tener entre sus cláusulas aquella máxima de "hágase justicia en los bueyes de mi compadre".
Ojalá la Contraloría Municipal haga valer su autonomía no solamente en este caso de la regidora Lemus Fierro sino también en aquellos en los que se señala que gente cercana a los del poder están haciendo negocios a sus anchas sin el menor asomo de rubor.
Habría entonces que aplicar otra sentencia popular que es cien por ciento válida: "O todos coludos, o todos rabones".
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