Maldito coraje

Por: Eduardo Sánchez

No cabe duda que López Obrador es un tipo con bastante vagancia política, tanta que, sin dinero, sin retórica, sin propuestas trascendentes, sin presencia, y solo con la bandera de “acabar con la corrupción” y las teorías de Maquiavelo y Goebbels de cabecera, llegó a la Presidencia de México. Es vago, sin duda. Claro que, lo nefasto y corrupto de los antecesores le “cayó como anillo al dedo” para hacerse del poder.

Por otra parte, es evidente que el pueblo de México es fácil de engañar porque está hambriento de creer, pero me temo que se volvió a equivocar, aunque prefiero un millón de veces yo ser el que se equivoca con estos comentarios y que al país le vaya muy bien.

El caso es que ayer el presidente tuvo a bien contestar a un grupo de “intelectuales” y empresarios de México lo que yo interpreto como  un, gracias a la transformación que “estoy” llevando a cabo, esos intelectuales, periodistas, y detractores de su gobierno, estaban muertos de coraje porque al fin México iba cambiar para mejorar, y, por lo tanto, ese enorme coraje que sentían contra él, se convertía por arte de magia en algo bendito, un bendito coraje resultado del bien que estaba haciendo. Pero, la verdad a mí todo esto me causa un maldito coraje. Sí, estoy harto de que el presidente y sus pleitos, señalamientos, bromas, yerros, diatribas, escusas, ridículos, además de las perversas adulaciones de sus fanáticos, seguidores y miembros de su gabinete, sean la noticia y el tema en todos los medios del país. Harto. Y eso que van empezando. Entendamos, el que el presidente y su gabinete sean la nota del día a día, habla de que las cosas en el país andan muy mal. No es bueno, no es razonable, no debe, no ayuda, no es sensato que así sea. La sociedad, los ciudadanos son los que debemos estar al frente del país, los que debemos estar dando la pauta a seguir. Y luego, esas “mañaneras” de dos horas diario, son una aberración, que ni el mismo Papa, científicos o estrellas del rock harían por nada del mundo porque NADIE es tan interesante, letrado, exitoso o entregado como para a diario estar rindiendo cuentas. Estoy harto.

Estoy harto de que todos esos empleados aduladores desquiciados y enemigos detractores envenenados y enojados sean la gente de diario. Muy enfadado de que, aun cuando el país se nos esté yendo de las manos unos se sientan los non plus ultra del progreso social y otros se crean los más dignos opositores pero sin un plan, sin una estrategia, sin una visión clara que les haga ganar la razón. Estamos divididos y cada vez más llenos de coraje, es coraje maldito, de unos y de otros, cuando deberíamos estar caminando, si no todos, sí la mayoría por el sendero de la paz, el entendimiento y los hechos, por esta patria que tanto decimos querer.

Estoy harto de esta pandemia, de que no cambiemos para mejorar y de que sigamos sintiéndonos los reyes del universo, cuando no somos nada, menos una nación que se prepara para el futuro que ya nos rebasó. Estoy harto, aunque mañana comienza el fin de semana y quizá logre reanimarme.