Lucha de campesinos

Buscan Indemnización

Por: Gerardo Armenta

En los dos últimos días nos hemos ocupado en este espacio de asuntos de interés público que tienen que ver con un lugar como Huatabampo. Hoy podríamos cerrar de momento una particular trilogía que pretendió centrarse en hechos propios de tal parte sureña de la Entidad.

De este modo, tales episodios han configurado una llamativa situación que prácticamente comenzó años atrás. Es una historia de campesinos. Y hay que reconocer que se trata de un drama o conflicto que llama la atención. En este sentido, ha de ser propio reconocer que los dramas existenciales a menudo no sólo están en las novelas gráficas o televisivas. Y es que a menudo se considera que es allí en esos dos ámbitos donde las historias singularizadas por un dramatismo desbordado alcanzan los aspectos más notables de su clímax.

Puede ser, y de hecho quizá habría que suscribir igualmente un principio como el anterior. Sin embargo, en ocasiones es posible toparse con historias de la llamada vida real que, principio, por la rudeza de su trama llaman poderosamente la atención, al igual que por el carácter y el ánimo de sus protagonistas.

En suma, los hechos que se busca tomar en consideración para su pertinente comentario, fueron publicados recientemente por Diario del Mayo. La nota respectiva es muy clara desde su inicio y precisamente desde la entrada describe el sentido de los hechos respectivos.

La entrada de la nota informativa lo dice todo en un solo y directo párrafo.  Así: "Alrededor de 150 miembros del Ejido Huatabampo, que durante más de 60 años lucharon por la restitución de 847 hectáreas, ahora buscan la indemnización por un monto de 30 millones de pesos". Obviamente en su momento a los dueños originales se les afectó con ocho hectáreas a cada quien.

Procede señalar que se trata de indígenas de las comunidades Badburo, Sufragio, Navovaxia, Buiyarumo, Samicarit, La Rosita, El Porvenir, entre otras. Cabe hacer notar que varias generaciones han pasado por este movimiento, "al que ahora se le presenta otra alternativa de solución", según dijo Francisco Maicomea Sombra, representante de los ejidatarios. Aseguró también que hay avances en esta lucha. Los trámites se fincan directamente en las oficinas centrales de Concertación Agraria y Mediación en la Ciudad de México. Dijo que existe un programa que atiende este tipo de conflictos.

Uno pensaría que debe tratarse de un programa burocrático muy especial, al grado de buscar la solución respectiva que ha tardado más de 60 años. Quizá en otro tiempo acaso se haya podido arreglar este conflicto, por más que ese otro tiempo haya sido para el campo una permanente acción demagógica. El de hoy no es un tiempo que pinte mejor para los hombres del campo, de los que dicen historias de fiar que ya quedan pocos dedicados a ese noble e histórico quehacer tan distintivo que llegó a ser en un país como el nuestro.

Entre ellos habría que incluir a los campesinos del Ejido Huatabampo y generaciones suyas que han venido protagonizando la lucha que se ha descrito a lo largo de estos renglones. Una lucha a la que se deduce le falta todavía el clásico final.

Los datos centrales del asunto no son desdeñables bajo ninguna circunstancia. Como quedó dicho, se trata de 150 campesinos que hoy son los protagonistas. Por más increíble que parezca, durante más de 60 años ellos y sus familiares han luchado por la restitución de 847 hectáreas. Hoy su objetivo es una compensación económica por 30 millones de pesos.

Como es posible inferirlo, al paso de los años cambiaron de objetivo y es derecho suyo actuar como lo hicieron. La verdad es que ya casi no es posible saber de casos como el descrito. El campo dejó de ser lo que fue durante muchísimos años como ariete o artífice de la política gubernamental. Hoy no se sabe bien a bien cómo andan las cosas en la materia, si es que andan de alguna forma.

Pero debe reconocerse que lo importante es que todavía hay problemas agrarios o campesinos que están a la espera de ser resueltos de una manera favorable al interés de los hombres de este sector social. Tal es el caso del Ejido Huatabampo. Por lo menos eso es lo que cabe esperar, es decir, que la solución resulte benéfica a la inmediatez y perspectiva de los ejidatarios.

Quizá algo como lo anterior se antoje mucho pedir. Y es probable que sea así. Pero al final tendría que admitirse que en este país existe una deuda con el campo y los campesinos. La perversión política y económica que se hizo de ese entorno, es algo que obviamente terminó por agotarlo sin mayores posibilidades de recuperación.

Una visión tan sombría como la anterior, no es ni puede ser fruto de un pesimismo desbordado. Al final, en la vida los hechos son como son y así hay que entenderlos. Pero tiene que haber coyunturas donde el optimismo y el bienestar deban abrirse paso para beneficio de los hombres del campo.

Es lo menos que podría esperarse...

armentabalderramagerardo@gmail.com