Mucha ruina y desolación
Por: Gerardo Armenta
En contra de lo que pudiera suponerse al amparo de un optimismo desbordado, no todo suele ser color de rosa en esta vida o en el desarrollo personal o colectivo de las actividades que la forman. Hoy por hoy casi ya no es común utilizar perogrulladas como una forma de tornar más gráficas las expresiones del habla o la escritura. Precisamente las líneas con que se inicia este apunte ostentan ese color, porque, como queda en evidencia, su particular significado contraría todo sentido común o lógico.
A menudo suele creerse o decirse que existencialmente todo en lo general está más o menos bien y que no hay motivo para preocuparse. Seguramente hay quienes llenan con suficiencia el significado de este planteamiento. Pero también debe ser válido señalar que no es posible formular generalizaciones absolutas al respecto. O, aceptando que sea así, de todas formas se tendría que reconocer que, al final de todo, siempre hay propósitos o finalidades que cumplir para superar carencias o atrasos, cuya evidencia no es posible ignorar. También habría que reconocer que no siempre resulta posible abatir de buenas a primeras las adversidades que surgen sin que nadie las invoque y que parecerían obedecer a fatalidades indeseables.
En un panorama con esta textura, no sorprende tomar nota (aunque realmente si produce esa reacción) de que, por ejemplo, la actividad pesquera en el sur estado se encuentra prácticamente paralizada. Se estará de acuerdo en que, bajo cualquier circunstancia, social o ambiental, palabras como estas resultan mayores en su cabal o simple significado. Porque, por ejemplo, las principales especies de que se ocupa esa actividad, que son el camarón y la jaiba, están en veda, dicho sea nada más para empezar.
Los pescadores enfrentan, además, el aumento constante de los costos de operación y equipo. En estas condiciones tendrán que laborar durante mayo y junio, que son los meses más difíciles del año para su quehacer. Sobreviven únicamente con la captura de almeja y caracol. Así, con estos términos, describió la situación Vladimir Núñez López, presidente de la Cooperativa Tecapán de Bachoco. El problema se agudiza porque todo permite suponer que ninguna autoridad o nivel de gobierno parecen tener mayores pormenores sobre una situación como la descrita.
Debe ser el colmo que en los niveles oficiales no dispongan de registro o evidencia de una situación como la descrita y, peor todavía, que no hagan absolutamente nada para ayudar a solventarla, como tendría que ser su obligación. Núñez López reveló que muchos pescadores han tenido que ponerse a trabajar en otros oficios o desempeñar diversas ocupaciones en otras partes del país. Esta es una migración laboral de la que poco o nada se sabe. El apoyo oficial para evitar esta situación por lo visto es nulo.
"La realidad es que hay mucha ruina y el panorama es desolador", dijo Núñez López. Y explicó que todo es consecuencia de la falta de cuidado de los periodos de reproducción y crecimiento de las especies, aunado a la falta de respaldo gubernamental. Con eso queda dicho todo. Hay muchas maneras de explicar una desgracia, pero la más apreciable será la que haga notar una sencillez conceptual o práctica con la que nadie se haga bolas.
Parece increíble que en la modernidad y la felicidad de hoy, exista en el sur de la entidad un sector como el de la pesca donde se ha generado ruina y, por ende, un panorama desolador, como describió Núñez López. Ruina y desolación son términos serios y perturbadores. Pero más allá de su cabal significado, lo deseable sería que se atendieran las causas por las que los pescadores están bajo esa situación. Siempre se ha dicho que la pesca es una actividad apreciable.
Convendría saber por qué dejó de serlo en esta parte de la entidad para devenir en un quehacer que por lo visto tiene ya tiempo que no logra ver su suerte económica y productiva. El mar sigue estando donde siempre en el sur de la entidad. ¿Por qué los pescadores y sus cooperativas distan de mostrar el nivel económico que podrían alcanzar con su trabajo? Siempre suele ser lo mismo. Las descripciones o evidencias al respecto no suelen variar casi mucho al paso del tiempo.
Históricamente el mar ha sido invariable fuente de riqueza en muchas partes. ¿Por qué no sucede así en esta región sureña, sino que es precisamente al contrario? Una pregunta de esta naturaleza facilita muchas respuestas.
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