"El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta". Jacinto Benavente.
Por: Rafael Robles Flores
¡Oh, Señor, líbrame de los celos! Tal vez esta oración sea el pan de todos los días de muchas mujeres mexicanas y algunos varones. Y es que lidiar con una persona celosa no es nada fácil y es una realidad que se vive en muchos hogares. En gran parte, esta actitud es consecuencia de la cultura mexicana que, por tradición, educa a los hombres a ser "fuertes" y no expresar sus temores. Entonces, al hombre muchas veces se le facilita más expresar su enojo que su amor, sus celos que su confianza, su prepotencia que su apertura, su egoísmo que la libertad.
Los celos es eso que todos conocemos y hemos experimentado como protagonistas o como víctimas de una pareja desconfiada. Los celos son nuestra manera de control que se pone en marcha ante el miedo a perder una figura de apego que brinda seguridad psicológica, significancia social y pertenecía, que es exactamente en lo que convertimos nuestra pareja. A cambio de amor, lo que vincula a los celosos es el control exagerado, expresado a través del miedo, la angustia y la rabia. La persona que amamos queda convertida en un objeto indispensable para la vida, en una posesión, una extensión de nuestro propio mundo y hasta en un órgano vital.
Por todo esto, el celoso enfermo siente y piensa que hay una amenaza constante a cada momento. Este temor de perder el objeto provoca pensamientos que pueden desencadenar emociones negativas y particularmente obsesivas, que llevan a indignaciones tales como esculcar los bolsillos, reciclar la basura, revisar los correos electrónicos y mirar los celulares a hurtadillas.
Los celos son un atado de emociones y comportamientos que nos llevan a conocer lo más profundo de nuestras sombras o las de la pareja. Lo que determinará que los celos sean patológicos o normales es su intensidad y el hecho de que se deban a una causa justificada o infundada.
Asimismo, los celos son el reflejo de la inseguridad personal, de un trauma de niño o adolescente, de la repetición de modelos familiares y culturales por años, de la incapacidad por establecer una relación sana y duradera. Así, una persona celosa en extremo sufre por su inseguridad y hace sufrir a los demás, propiciando que la vida se vaya convirtiendo en un pequeño infierno.
Los celos son como un círculo vicioso, por ejemplo, mientras que el hombre imponga más control mediante los celos, más pierde, porque la mujer se va alejando y la relación se va deteriorando con el paso del tiempo. Esta situación es muy difícil de manejar, pero es importante que se tomen medidas, porque si no, puede llegar al abuso mental; posiblemente sentir culpabilidad de una actitud infundada. Ahora bien, no existe una fórmula para acabar con los celos de un miembro de la casa, pero hay que comprender que, en su mayoría, los celos son miedo a perder al ser amado, por eso hay que demostrar que el amor que se siente por la familia nunca cambiará. Con cariño y paciencia es posible que los celos desaparezcan de la rutina de la casa y en caso de sentir que es un verdadero problema es importante que se consulte a un especialista. Usted, ¿qué piensa?@rafaelroblesf