Lista la Reforma Judicial

Viene su promulgación

Por: Gerardo Armenta

Es propio reconocer que prácticamente ya está en pie la reforma del Poder Judicial. Faltaría solamente su promulgación oficial. Esta mecánica será rápida en tanto que podría ocurrir el próximo 15 de septiembre. De esta manera se concluirá un agitado ciclo de la vida pública del país. Propios y extraños tendrán que reconocer que este fue un asunto que generó una inusitada atención pública.

Aunque lo más propio sería plantear que lo que en realidad produjo fue un intenso y sostenido debate pocas veces ejemplificado en las rutinas políticas del país. Al parecer, todo mundo, tanto en el país como en el extranjero, hizo valer una opinión sobre la reforma judicial. Obviamente, y como era natural que ocurriera, los puntos de vista expresados fueron tanto a favor como en contra. Tampoco debe ser posible soslayar las manifestaciones que salieron a la calle, principalmente en la capital del país. Al igual que la habilitación de edificios como sedes alternas para lleva a cabo sesiones legislativas de primer orden, empezando por el renglón de la asistencia de los legisladores y legisladoras.

Ojalá las cosas respectivas siempre fueran así en un país como el nuestro. Pero normalmente ocurre todo lo contrario, al grado de que suele darse por hecho que a menudo (o casi siempre) las rutinas legislativas en las cámaras respectivas suelen ser un compendio de enfado o aburrimiento. No puede negarse que en ocasiones las discusiones en esos lugares suben de tono y es cuando se convierten en lo que sus moradores gustan que se diga públicamente: que forman parte un Parlamento. Pero eso no es cierto por más que se diga con euforia o fastuosidad. En México lo que hay es un régimen presidencialista. También debe recordarse que en este país no existe la figura de Primer Ministro. En fin. Todo esto forma parte de otra historia. Regresemos a la propia que empezamos.

En lo dicho: con impresionante rapidez legislativa se produjo la aprobación de la muy comentada en diversos tonos reforma al Poder Judicial. Y con mayor rapidez empezó a contabilizarse el visto bueno de los Congresos estatales. En estos lugares parecería que normalmente no pasa nada a ninguna hora. Esta vez, sin embargo, hasta en la noche y la madrugada sus ocupantes se preocuparon por hacer una tarea comedida y eficiente.

En los ambientes legislativos del país (tanto locales como federales) raras veces sucede eso. Se requiere en verdad algo ciertamente extraordinario para que quienes moran en esos ámbitos asuman fatigas o desvelos que a menudo nunca suelen estar en sus respectivas agendas. Esta vez, sin embargo, se lanzaron a fondo orgánica e intelectualmente como pocas veces para sacar adelante una aprobación partidista inobjetable por lo menos en la ventaja numérica de votos (no muy cuantiosa) que la respaldó.

Esa, sin embargo, bien puede ser igualmente otra historia. Porque en un contexto general como el que se describe, no deja de llamar la atención la forma en que el bloque opositor en la Cámara de Senadores perdió de fea manera la posibilidad de frustrar la aprobación de la reforma judicial. Se recuerda bien que en la víspera personeros dieron por hecho que esa aprobación no pasaría, en tanto que numéricamente tenían todo bajo control. La emoción radicaba en que un solo voto definiría todo.

Pero finalmente por lo visto terminó por aparecer el traidor del que tanto se quiso cuidar el grupo de senadores de la oposición. Pero es que nunca contaron con la astucia de un apellido político ciertamente renombrado: Yunes. A la hora de la hora, quien terminó votando en contra del PAN (y de la oposición en general) fue el senador Miguel Ángel Yunes Márquez, quien fue rápidamente expulsado del blanquiazul. Pero no debe pasar mucho tiempo (si es que no lo hizo ayer) para que Yunes Márquez anuncie su incorporación a las filas de Morena.

Es notorio que así se viene haciendo la política desde hace tiempo en un país como el nuestro. Saltar de un partido político a otro se ha vuelto un ejercicio muy llamativo…o rentable. Ni modo de creer o aceptar que lo que está en juego en esta clase de notorios lances partidistas son convicciones personales que de pronto su portador asume que se las han agraviado y por eso opta por otros horizontes partidistas. Este es un cuento que nadie asume creer porque lo menos que sale a relucir en los cambios de partido son convicciones o coraje ideológico, sino todo lo contrario. Quién pudo ser capaz de pensar que una polémica tan útil e interesante como la propia de la reforma del Poder Judicial, se resolvería de una manera como la que salió a relucir al final de la controversia.

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