El misterio nos coloca en ir a revisar la historia y buscar evidencias sobre el trato del hombre con el muerto
Por: Manuel de Jesús Moroyoqui Ramírez
¿Qué empuja a los yaquis a celebrar el Día de los Fieles Difuntos? ¿Es cien por ciento religioso o guarda algún misterio interpretado por su cosmovisión y cercanía con el mundo animal y vegetal?
Antes de la llegada de los hombres barbados, ¿los yaquis enterraban a sus difuntos o cuál era su proceso para tratar a sus muertos? El misterio nos coloca en ir a revisar la historia y buscar evidencias sobre el trato del hombre con el muerto.
Según algunos cantos de coyote, se alude que el yaqui al morir entrega su cuerpo a la madre naturaleza e invita al coyote, por ser Dios de la Guerra, a que devore sus restos y así poder descansar en el alma del coyote. Para ello, si presienten la cercanía de la muerte, se alejaban de las aldeas, de sus familias, para ir a morir en brazos de la naturaleza. Además, querían que sus restos pudiesen ser devueltos a la madre tierra.
Por otro lado, su religión pura, autóctona, los movía a tratar a sus muertos entregándolos al Dios de la Vida, el Sol, por lo que ponían un tapanco o "joosoi" a dos metros de altura; ahí colocaban al muerto para ser incinerado o quemado con fuego y así ser devuelto al dador de la vida, el Sol.
Misterio que encierra el despido de los muertos: que, si se van a otro mundo o a otra dimensión y se encuentran con sus antepasados, o van a un plano donde se busca el descanso eterno.
En este mes de octubre, bajo la religión católica yaqui (sincretismo), el primer día se recibió al alba a la muerte representada por una calavera, la cual es conducida desde las tres cruces hasta la santa Iglesia para ser venerada los lunes de todo el mes hasta llegar al Día de los Santos Fieles Difuntos.
El libro de las ánimas, las velas, la calavera, las alabanzas, las ceremonias de los militares yaquis, las misas y la congregación de las estructuras eclesiásticas y del Gobierno Yaqui hacen este proceso como el gran recibimiento de los seres queridos.
Brindar alimentos a los fieles difuntos es un misterio o creencia donde ponen al yaqui en alegría, tristeza o reafirmando su fe y creencia de que sus seres queridos aún viven en el mundo yaqui.
El día 1 de noviembre, ponen un tapanco en sus hogares, donde le brindan alimentos que en vida les gustaban. Los rezadores (maejtos y cantoras) llegan, oran por el descanso eterno de los muertos y al final les otorgan los sagrados alimentos. Muchos niños los acompañan, a quienes se les llama JOMOS. Un día de descanso espiritual y regocijo, donde las almas se encuentran para sentirse entre las dos dimensiones: la terrenal y la espiritual. Por la tarde-noche, los yoremes van al monte donde cayeron sus hermanos en la defensa del pueblo yaqui para prender velas e iluminar su estadía en el mundo que los arrulló en sus tiempos de vida.
Así, los yaquis de los Ocho Pueblos del mundo yaqui concluyen su encuentro en el panteón, llevando ofrendas a sus muertos o fieles difuntos.