La cuesta de enero

Una gran calamidad

Por: Gerardo Armenta

La llamada cuesta de enero siempre ha sido una de las grandes calamidades de la cultura económica propia del pueblo mexicano. (Usamos la palabra pueblo hoy que se ha vuelto a poner tan de moda). Como bien se sabe, diciembre suele ser un mes portentoso por todas las gratas vivencias que suele traer consigo para el ánimo y la perspectiva personales. Enero, en cambio, es el mes en el que hay que volver a la puntual y odiosa realidad, sin pretexto que valga.

A lo largo del primer mes del año, es cuando se materializa en todo su glorioso esplendor la denominada cuesta de enero, que no es más que una especie de "cruda" de bolsillo y ánimo llevada a veces a los límites de la desesperación económica y existencial. La cruda original, la etílica, dicen los que saben de estos menesteres, suele ser espantosa también, pero para el organismo. Se cuenta que, quienes acostumbran sufrirla, repiten en su agobio existencial una curiosa frase: "No me la acabo".

A su vez, en el enfrentamiento con la cuesta de enero, deben ser varias las expresiones que se utilizan para tipificarla o hacer constar sus varios efectos personales y particularmente de bolsillo. La seriedad de esta columna impide traer a mención la contundencia agresiva o insultante de esas expresiones. No en balde, personal o científicamente se asume que la cuesta de enero es una de las grandes actitudes o conductas que más distinguen el modo de ser propio o cultural de un país como el nuestro.

Pero lo curioso es que el mes anterior a la inevitable formalización de la cuesta de enero, se vive y se gasta como si enero no significara el terrible mes en el que, por fuerza, guste o no, hay que volver a la realidad. Una realidad en la que, contundentemente de suyo, el factor económico hace valer los fueros que sin duda le son muy propios. El problema es que, al parecer por el ímpetu de la euforia decembrina, a menudo suele olvidarse que la cuesta de enero, por sus efectos, es mítica y legendaria, aunque real y contundente, en una cultura general como la nuestra.

La verdad es que nunca se ha querido aprender lo que significa esa temporada de enero como ingrata "salutación" de cada nuevo año. En el saber o el entendimiento general o popular, se asume, a querer y no, lo que trae consigo la cuesta de enero. En las llamadas casas de empeño es donde regularmente a nivel popular se advierte con toda claridad lo que apareja la inicial "salutación" del primer mes del año.  Allí, en esos también tradicionales lugares, hay una mecánica que se repite todo el año, pero que durante enero es cuando adquiere mayor volumen y vistosidad.

En uno de esos establecimientos ubicado en Navojoa, se dijo que el mes inaugural del año suele representar una fuerte crisis económica para muchas familias después de las fiestas decembrinas. Es entonces cuando se decide acudir a los sitios donde se pacta el empeño. Hay un dato al respecto que explica cómo creció esta vez la cuesta de enero en la Perla del Mayo, donde alcanzó un 40% de operatividad, que es un dato significativo en relación con el año anterior. Esto quiere decir que "el flujo de clientes se incrementa constantemente" por la etapa que abre el nuevo año.

¿Qué es lo que suele empeñarse en las casas de cambio navojoenses para enfrentar, en lo que cabe, el rigor de la apertura de enero? No debe existir alguna especie de manual en este sentido. Lo usual tiene que ver con joyería: anillos, esclavas, relojes, además de herramientas, muebles, artículos electrónicos y quizá, en alguna ocasión, lo que las mismas circunstancias indiquen sobre la marcha. La que se describe debe ser una misma evidencia que se repite en casi todo el país en sus partes esenciales.

Tendría que ser así porque la cuesta de enero es de efectos generales o ramificados, con mayor incidencia en aquellos sectores con ingresos económicos limitados. No deja de llamar la atención que el paso de los años no ha mellado en nada la fortaleza de esta actitud o golpe económico que invariablemente suele marcar presencia, como bien se sabe, a lo largo del mes primero del año que llega. Alguna vez, en un país como el nuestro, la cuesta de enero tendría que ser cambiada por la bonanza del mismo mes o de todo el año. Ojalá...

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