Usan algoritmos para crear máquinas con capacidades parecidas a las humanas; empresas empiezan a experimentar con robots para la atención al público
Por: Jesús Carvajal Moncada
En la película Robot, Will Smith, en su papel de un detective, se muestra renuente a la utilización de seres artificiales semejantes a los humanos, que llevan a cabo tareas en el hogar y en otras áreas de la vida, hasta que finalmente sus preocupaciones se vuelven realidad cuando los robots tratan de controlar a las personas. Algo similar ocurre en “Blade Runner”, la primera de estas producciones, cuando se crean los llamados “Replicantes”, seres que a simple vista sería difícil distinguir de los humanos y que son destinados a apoyar en determinadas tareas, hasta que llega el momento donde son considerados innecesarios y empiezan a ser eliminados, pero varios de ellos cobran consciencia y se rebelan. También, podríamos recordar la famosa saga “Terminator”, cuando Skynet, el sistema que controla el aparato de defensa de los Estados Unidos toma el control y se desata la guerra entre las máquinas y los seres humanos.
Por el momento, que algo así se haga realidad es lo que menos debe preocuparnos de la inteligencia artificial, pero hay otros aspectos a considerar en un campo tecnológico que avanza rápidamente y permite vislumbrar grandes posibilidades, a la vez que enormes riesgos para la sociedad.
La inteligencia artificial es el uso de algoritmos para utilizar máquinas con capacidades similares al ser humano. Es por esto que se ha empezado a experimentar con robots para la atención al público en algunas empresas, para hacer tareas del hogar, o el caso de la empresa Onlyfans, que ha creado modelos femeninos para interactuar virtualmente con humanos.
Estas aplicaciones tecnológicas podrían ser útiles para realizar escaneos del cuerpo humano y hacer diagnósticos con precisión, en los mencionados sistemas de defensa, o incluso, en cuestiones de asesoría legal o bien para proveer de sugerencias a una persona ante una decisión importante, como si fuese un asesor personal o un terapeuta.
No obstante, se debe ser consciente de que lo tecnológico no es una solución mágica para todos los problemas que enfrentamos, si bien ocupamos de ello cada vez más y con gran probabilidad lo seguiremos haciendo aún más en el futuro. En el caso de un diagnóstico médico, por ejemplo, podría llegar a obtenerse una alta precisión, pero el paciente debe seguir un tratamiento, que implica costos, tiempo, medicamentos, seguimiento profesional, de la familia y de sí mismo. Los conocimientos, de cualquier campo, deben adecuarse a cada caso en particular. La información obtenida debe ser analizada con base en el estilo de vida de la persona, el contexto donde se desenvuelve, sus intereses y personalidad en general. Un profesional pone en juego su experiencia previa si es preciso y la ajusta a las nuevas necesidades. Las máquinas operan con alcances establecidos en su programación, y por supuesto, no pueden generar procesos de empatía.
Además, un área que sigue requiriendo un cuidado especial es el uso de la tecnología con fines ilegales, como clonar tarjetas bancarias, extorsiones, robo de identidad o de información y manipular la opinión pública, entre otros casos.
El hecho de poder contar con programas que nos permitan procesar grandes cantidades de información y comunicarnos de forma rápida y directa, me parece maravilloso, sin embargo, es el ser humano quien debe analizar dicha información y tomar decisiones. Es lo que buscamos al pedir a nuestros estudiantes que analicen y comprendan lo que estudian, y no sólo lo copien de la red, o crean que el Chatgpt les resolverá una gran cantidad de problemas. Es lo que en adelante requerimos enfocarnos, en revisar y determinar la mejor forma de aprovechar la tecnología, en casos como la inteligencia artificial o el meta verso, especialmente, y no exagerar o mentir sobre sus alcances.