HISTORIAS DEL MAYO
Por: Redacción
Felipe Gutiérrez Millán
Parte V
Hospital Municipal de Navojoa.– Una institución ya desaparecida, una construcción con otros usos hoy en día
Desde 1926 existen datos de la existencia de un hospital civil en nuestra ciudad y hay informes de que el Ayuntamiento dispuso su expropiación en 1933 (debido a las deficientes condiciones en que se atendía a los pacientes) para mejorar el servicio y, posteriormente a principios de los 40’s, se inician los trabajos de remodelación. Sin embargo, hay una fecha que marcó la historia de este nosocomio, 8 de septiembre de 1950, día en que llegaron a Navojoa las hermanas religiosas María del Carmen Zubillaga, Socorro Muñoz, Ernestina Magaña y Elena Ochoa, Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres, para hacerse cargo de la administración hospitalaria y la atención y cuidados de los pacientes. Esta misma orden de religiosas se hizo cargo durante muchos años del Asilo de Ancianos “San Juan de Dios” de Pueblo Viejo y hoy en día, aún, del Sanatorio Lourdes.
El Hospital Municipal brindó sus servicios en la esquina de Allende y Talamante hasta que cerró sus puertas durante el período de la administración municipal del Profe. Guadalupe Curiel, en junio de 2001. Casi 70 años de atención médica y de enfermería, miles de pacientes que se atendieron en urgencias y hospitalización, decenas de médicos que realizamos nuestra rotación como estudiantes, otros más su internado de pregrado, como Vicente Bihouet, Lomberto Ramond, Humberto Rafael Terminel, Eduardo Tamayo, Pepe Mitani, Gilberto Valenzuela, Jorge y Andrés Covarrubias, Javier Ponce, Mauricio Aldaco (QEPD).
Grandes nombres de médicos que brindaron sus servicios durante muchos años: Antonio Sánchez Valdez quien fuera Director Médico durante largo tiempo, Sergio Segura, Sánchez Reyes, Leopoldo Escudero -tres veces Director de Salud Municipal- José María Aldaco, Raúl Lasses, Salim Drexler, Gerardo Gil Samaniego (todos ellos ya finados), Pedro Conyers, Hugo Mendívil, Rigoberto Ramírez, Mario Sosa Mora, Martín Ruy Sánchez, Joaquín Flores, y el odontólogo Norberto Morimoto. Tres médicos realizaron su internado y ya titulados se quedaron a trabajar durante muchos años, el Dr. Miguel Ramírez (actualmente ginecólogo), el Dr. Plutarco Valdez quien después fungió como Jefe de la Jurisdicción Sanitaria en esta ciudad y, el Dr. Eduardo Tamayo.
Mención especial merecen los personajes que desempeñaron una gran labor como Presidentes del Patronato, una admirable administración de los recursos que cada vez era más difícil conseguir y un manejo ejemplar del personal que ahí laboraba: el Sr. José María Salido, Chacho para sus allegados, el Dr. Julio Martínez Bracamontes, recientemente fallecido, la Sra. Elisa Siqueiros, y el Ing. Fernando León Ramírez; a los dos últimos acompañó en su labor como Administradora la Lic. Gabriela Castañeda Quesney.
Es algo bien sabido en el ambiente hospitalario que la primera en llegar y la última en irse es la enfermera. Nosotros los médicos atendemos al paciente y dejamos las indicaciones, si el paciente no amerita nuestra presencia continua, y quien se hace cargo de los cuidados y se convierte en su ángel guardián es el personal de enfermería. Recuerdo con mucho cariño a la enfermera Angelita Díaz (QEPD) quien me enseñó a suturar heridas y me transmitió su amor y vocación de servicio hacia los más necesitados, Blanca Olivares (también finada), Chayito Ramírez, Irene Rey, Carmelita Hernández, Nereyda Márquez y Lupita Sandoval, recientemente fallecida, una víctima más del Covid 19.
En todos los hospitales hay historias de alegría y otras de llanto, nacimientos y muertes, curaciones y complicaciones, y para la familia Gutiérrez Millán (mi familia) una fecha en especial nos trae un recuerdo muy triste, el día cuatro de noviembre de 1984 falleció ahí nuestra madre, Yolanda, víctima de un infarto al miocardio a la edad de 48 años. Así es el paso del ser humano por esta vida, a veces efímero. Su recuerdo nos alienta a seguir caminando y su ejemplo de bondad siempre perdurará en nuestros corazones.
Sirvan estas líneas para recordar y reconocer el gran trabajo que realizó tanta gente en esas instalaciones del Hospital Municipal de Navojoa donde hoy, como mudos testigos, sólo quedan las paredes que un día se erigieron para que ahí se atendieran los enfermos del sur del Estado de Sonora.