En Cajeme el jefe de la Policía, Cándido Tarango Velázquez, reconoce la situación ante regidores
Por: Francisco González Bolón
En el colmo de los colmos, ayer en Guaymas estuvo la plana mayor de Seguridad de Sonora, tanto del nivel estatal como del federal, incluida la Armada.
Pero, como comparten colegas de ese puerto, no hubo tregua: los del crimen organizado parecen burlarse de las autoridades porque siguieron actuando como si a los servidores públicos no los estuvieran acompañando decenas de policías para cuidarlos.
En redes sociales, por ejemplo, los periodistas le dieron seguimiento a la visita y el resumen del día fue:
“Un muerto en #Empalme
“Un muerto en #Guaymas
“Un hombre privado de la libertad en #Guaymas
“Una granada encontrada en #Guaymas”.
Y remataron acerca de la presencia de los funcionarios de seguridad: “Ellos ya se fueron, por si estaban con el pendiente”. Como quien dice, les valió todo lo que pasaba y ni por equivocación le entraron a ver qué estaba pasando.
Es decir, ni a las autoridades del área de seguridad le tienen miedo los “malosos”. Y si eso hacen cuando toda la tropa está en un lugar, imagínese en Cajeme, a donde acuden solamente para sus “mesas de seguridad” cuando uno de los tantos crímenes cometidos se sale de lo “normal”.
En verdad que la inseguridad está ganando terreno a pesar de los discursos que establecen descensos en el número de delitos, pero que tal vez solamente se ven en la burbuja rosa a la que ingresan los funcionarios una vez en el poder.
Dentro de esa atmósfera, todo es vida y dulzura y los problemas de los de abajo, de los que sufren los robos, los asaltos, los secuestros y los crímenes, no tienen por qué enturbiarles su paz y dulzura.
Y para acabarla de amolar, en Cajeme el jefe de la Policía, Cándido Tarango Velázquez, reconoció ante los regidores que la Corporación a su mando está dando “palos de ciego”.
Para empezar, el llamado C2 de la institución está más obsoleto que el arca de Noé y, en consecuencia, no se pueden usar las carísimas “tabletas” compradas para que los agentes hagan los llamados informes homologados.
Leí por ahí un resumen de lo que pasa: “La Policía Municipal no cuenta con equipamiento adecuado, patrullas y motocicletas se encuentran en pésimas condiciones, faltan elementos, las tablets adquiridas meses atrás están guardadas sin uso por falta de equipo y esto se debe a una mala planeación, en semaforización y señalamientos de Tránsito existe un retraso de más de 15 años y en general la Corporación no puede brindar un buen servicio”.
O sea: estamos bien, pero bien descobijados. Con razón la delincuencia hace y deshace porque los tienen bien informados desde adentro de que no hay herramientas para hacerles frente.
Y menos si muchos de los agentes son becados como guaruras de ex funcionarios o de empresarios, como si las condiciones de inseguridad estuvieran como para andar descuidando a toda una población para servir a unos cuantos.
Y ahora menos si los agentes locales están fuera de la jugada porque, como estrategia contra los delincuentes, no los llaman a los “códigos rojos” porque saben muy bien que el mote ese de “mañocipales” que se les endilga a muchos, es algo más que una broma.
Lo que no se entiende es que, si las fuerzas federales y las autoridades estatales ya saben que hay mucho trabajador del narco dentro de la Corporación, ¿por qué no proceden?
Pero es por lo mismo que dijo Tarango Velázquez: “Estamos dando palos de ciego”.
Y no es broma.
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