Inseguridad, lo único seguro

Los ciudadanos requieren ya de resultados, quieren paz y no hay corporación policiaca, ni municipal, ni estatal ni federal, que logre ese objetivo

Por: Francisco González Bolón

Quizá, como muchos cajemenses, uno se pregunta si los 52 homicidios de junio y la reciente desaparición de tres policías municipales en Pueblo Yaqui, mantendrán en el ánimo del alcalde Javier Lamarque Cano el seguir pensando que la violencia va a la baja en Cajeme.

Un hombre con la inteligencia del Presidente Municipal, pensaría uno, debe también dar espacio a la autocrítica y en vez de concentrarse en la comparación de cifras de uno y otro mes, de uno y otro año, debería exigirse y exigir a sus colaboradores en la materia, más resultados.

Claudio Cruz Hernández, el jefe policiaco de Cajeme, ha nadado de muertito con el pretexto de que se trata de una labor federal el combate al crimen organizado, pero a estas alturas ya debería estar pensando en tomar sus maletas, colgar la pistola y el tolete e ir buscando una nueva chamba porque en el combate a la delincuencia nomás no la ha hecho.

El que nos digan que hoy murieron menos personas que las del año pasado no es mas que consuelo de tontos. Y los cajemenses no lo son. Los ciudadanos requieren ya de resultados, quieren paz y no hay corporación policiaca, ni municipal, ni estatal ni federal, que logre ese objetivo.

Es lógico pensar que con la presencia de tantos militares en la ciudad, los números de violencia podrían reducirse, pero la verdad es que las corporaciones policiacas ya trabajan como el resto de la burocracia, a su tiempo y con paso de tortuga.

En la mente está, por ejemplo, el caso de los tres jóvenes recientemente asesinados en Cócorit. El último de los balazos se escuchó poco después de la media noche. Vecinos despiertos a esas horas pensarían que pronto las patrullas policiacas estarían en el lugar para saber qué pasó, pero fue hasta que en la mañana los vecinos hablaron al 911, que los cuerpos de seguridad llegaron.

¿Le temen a la oscuridad o a lastimar los intereses de los dueños de la plaza, delincuencialmente hablando?

Y a los policías “desaparecidos” por un comando, ¿en realidad los están buscando o están solamente a la espera de que los delincuentes que se los llevaron los regresen, en las condiciones que sean?

En otros niveles de procuración de justicia se advierte también el tortuguismo con que se tratan los expedientes. Solamente hablando de un accidente de tránsito, lo mas simple, se envían los expedientes de una ciudad a otra bajo el argumento de que se analizará técnicamente quién es el culpable.

Pero ese proceso puede tardar hasta un año, según confiesan los mismos trabajadores de las agencias del Ministerio Público, como se los ha demostrado ya la experiencia.

Y eso es lo referente a un accidente vial. ¿Qué se puede esperar de las investigaciones sobre los cotidianos asesinatos cometidos en Sonora? Simplemente, se dice en los comunicados que se abrieron las carpetas de investigación, pero jamás se ha informado de cuántas se han cerrado con una solución.

Claro, los asesinatos comunes sí pueden resolverlos porque se enfrentan a homicidas también comunes. Pero cuando se trata de investigar a los grandes barones, todo llega hasta donde a los intereses convenga. Y por eso la impunidad se ha ido apoderando de las raíces de la sociedad y la irritación social por la falta de resultados se ha ido incrementando en las mismas proporciones.

Hoy, muchas autoridades están más ocupadas de adivinar quiénes serán las “corcholatas” ganadoras, mientras que sus ocupaciones de responsabilidad social de lograr la paz de la entidad están en un lugar menos prioritario.

Claro, los ciudadanos tienen también responsabilidades en este tema, pero quienes devengan un salario por cuidar la vida y patrimonio de los sonorenses están más preocupados por su futuro en 2024 que por el porvenir de las próximas generaciones de ciudadanos.

A muchos, sus puestos le han quedado grandes. Y a esos son los que en 2024 los ciudadanos les cobrarán las facturas.

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