Ante una severa crisis hídrica
Por: Gerardo Armenta
Debe ser evidente que, en el orden administrativo o político, el alcalde de Álamos dispone de una mano dura. Y si no es así, por lo menos recién quedó en claro que a Samuel Borbón Lara no le asusta tomar decisiones de Gobierno que asombran por su impresionante textura y cabal significado, y más cuando apenas lleva siete meses de gestión.
Los hechos que se comentan son llamativos y sorprendentes por su misma configuración. Quizá, nunca que se recuerde, se había producido en una estructura de Gobierno Municipal sureño, un reacomodo de servidores públicos como ocurrió durante el martes anterior en el ámbito oficial alamense, en una sola y asombrosa tanda.
En ese contexto se consumaron, así nada más, bajita la mano, ocho cambios en el Gabinete de Gobierno Municipal, remociones que se explican de la siguiente manera: cinco Direcciones Municipales cambiaron de titular, al igual que en la Oficialía Mayor y en las áreas concernientes al secretario técnico y al secretario particular. De este modo, hay nuevos titulares en las Direcciones de Cultura, Desarrollo Rural, Comunicación, Educación y Participación Ciudadana.
No es por tomar a la ligera un asunto dotado de la mayor seriedad, pero sin duda queda en evidencia que, cambios como los que se comentan, fueron diseñados y ejercidos con toda la formalidad del caso y sin pensar en los comentarios propios de la opinión pública. Y como suele ser común en episodios gubernamentales de esta naturaleza, no hay explicación directa o frontal sobre las razones que llevaron a suscribirlos.
Sin embargo, más allá de eso, en este particular caso lo que igualmente mueve a sorpresa es la cuantía numérica de los funcionarios municipales alamenses que han dejado de serlo, e insístase, en una sola y única decisión. Queda de manifiesto, entonces que al alcalde alamense Borbón Lara no le gusta mucho andarse con rodeos o medias tintas. Reitérese igualmente que no debe existir registro cercano, en la geografía sureña, de que alguna vez un presidente municipal haya dispuesto un tumultuoso relevo de funcionarios como el que se comenta. Hay alcaldes que la piensan todo el trienio para solicitar la dimisión de alguien, a sabiendas de que, si fuera el caso, la misma Asamblea General de la ONU aplaudiría la decisión.
Empero, la que, por supuesto no está para observarla con indiferencia, sino todo lo contrario, es la situación de sequía por la que atraviesa un Estado como Sonora. Se trata, como se ha definido, de una crisis hídrica sin precedentes. Esta expresión describe un hecho que en realidad nunca había ocurrido antes en la Entidad, o por lo menos con el grosor que hoy hace notar. Con esta referencia, queda graficada en toda su crudeza la gravedad que presenta la etapa por la que hoy atraviesa el agro sonorense.
Los datos que se tienen al respecto son francamente desalentadores. Y poco o nada es lo que puede hacerse para revertirlos. La seriedad de lo que se comenta queda suficientemente ilustrada con el siguiente dato: los 72 municipios de la Entidad hacen notar algún grado de sequía. Pero más gráficamente planteada la situación, es dable asumir que 56 municipios presentan sequía extrema y 16 más pasan por lo que se considera como sequía excepcional.
La descripción anterior es de suyo grave y lamentable. Pero se puede documentar otra que supera el significado de su perjuicio. Se trata de la que existe en el sur de la Entidad, donde son más notables los grados de afectación por la sequía imperante. Como se sabe, en esta parte de la Entidad están municipios como los de Cajeme, Navojoa, Álamos, Quiriego, Rosario, Suaqui Grande, entre otros.
Además, la situación de las Presas regionales también es preocupante en el marco que se comenta. No puede ser de otra manera, habida cuenta de la realidad climatológica prevaleciente. De acuerdo con un reciente trabajo periodístico, el problema del denominado estrés hídrico puede afectar seriamente a la agricultura y a la ganadería del sur sonorense en caso de persistir por más tiempo. Ciertamente, como cabe suponerlo, los daños al respecto pueden resultar cuantiosos.
La sequía y su perturbadora amenaza están allí con el grave riesgo de causar un gran daño a la agricultura regional. Existe una clara conciencia al respecto. Ciertamente, no puede ignorarse que, como postulan los que saben de estos menesteres, el panorama general al que se alude es crítico, es quizá como pocas veces visto antes. La falta de agua devino en un tremendo factor que ha puesto al quehacer agrícola ante riesgos severos.
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