La idea de propiciar una dinámica cultural estatal tiene que considerar la labor de instancias municipales, que se encarguen de generar enlaces...
Por: Jesús Carvajal Moncada
¿Hay personas que hayan cambiado su residencia a otros espacios geográficos debido a la escasa actividad cultural en la ciudad donde vivían? Es difícil pensar que ésta podría ser la razón principal, a menos que la condición laboral no fuese tan importante, o estuviese resuelta.
Leyendo un medio de la localidad, me enteraba que se viene presentando una tendencia cada vez mayor en la población de esta ciudad a buscar otro lugar para vivir, principalmente la capital del estado, dadas las mayores posibilidades laborales, de seguridad y de acceso a la actividad cultural. En este sentido, es un hecho que en la mencionada ciudad se sigue concentrando la mayor cantidad de eventos artísticos y culturales del estado. Si bien existe un Instituto Sonorense de Cultura que, como su nombre lo dice, debe contemplar en su accionar al estado en su conjunto, lo cierto es que el espacio idóneo para muchas de sus actividades se encuentra en la ciudad de Hermosillo.
La idea de propiciar una dinámica cultural estatal tiene que considerar la labor de instancias municipales, que se encarguen de generar enlaces, gestionar recursos y coordinar esfuerzos con el instituto sonorense, y por supuesto, promover el arte en cada localidad. En nuestro municipio, es un hecho que varias de las administraciones pasadas, y la actual, han operado sin un proyecto formal para la promoción y desarrollo de las artes, sin contar con el apoyo presupuestal deseado y tampoco con un sistema de gestión de recursos debidamente diseñado. El resultado es un accionar irregular en cuanto a la programación de eventos, así como un bajo impacto en la sociedad. Es de destacarse como una excepción al respecto, la obtención de recursos de la administración pasada, que permitió a la actual la realización del festival Tetabiakte.
La pandemia ocasionada por el Covid 19 impidió, por supuesto, la programación de productos artísticos, aunque la situación comentada ya se vivía desde antes de la contingencia. A esto se suma la labor insuficiente de las universidades. Un ejemplo es el ITSON, que en ciertos momentos de su historia se ha mostrado más ambicioso en sus proyectos, contemplando a un segmento mayor de la sociedad. No obstante, esta dinámica ha sido irregular, dirigiendo sus proyectos hacia su propia población estudiantil en la mayoría de los casos. La otra aportación ha venido de compañías independientes, como La Petaka, que ha hecho grandes esfuerzos por contar regularmente en su auditorio con eventos de calidad.
Volviendo con la nota, ésta no mencionaba cómo se obtuvo la información, a quiénes se entrevistó, ni la cantidad de personas y quién lo hizo, mostrando con ello una serie de fallas básicas en lo metodológico. Pese a esto, da origen a una reflexión sobre la necesidad de replantear los objetivos y procedimientos para una promoción cultural más amplia y de mayor impacto. El empuje del gremio artístico en esto es esencial.
Si hay personas que ahora viven en la capital del estado y gustan de las artes, tendrán mayores oportunidades para ello, indudablemente. Sin embargo, en nuestro municipio sí existen oportunidades para un crecimiento cultural, ello requiere de planeación, creatividad y un desempeño profesional en todo momento.