Toda creencia o principio, moral, religioso, político o social, cobra sentido cuando se viven en congruencia con nuestros pensamientos y acciones
Por: Jesús Huerta Suárez
¿Soy un Grinch? Quizás, pero eso no importa. Y no es que no me guste la Navidad, lo que no me gusta es en lo que la hemos convertido. Ya sabes cómo somos las personas, todo lo que tocamos lo alteramos, ya sea por egolatría, confort, ignorancia o desfachatez, pero así solemos ser. No hay que olvidar que la Navidad es la conmemoración del nacimiento de Jesús, y lo más posible es que estas fechas no signifiquen nada especial para nosotros porque no somos cristianos ni católicos aunque estemos bautizados, o porque poco a poco y entre casi todos, hemos ido transvalorando los valores, válgame la redundancia, hasta caer en las ruinas de este nihilismo donde ahora nos encontramos.
El nihilismo que es nuestra constante negación de toda creencia o todo principio moral, religioso, político o social porque las creencias solo cobran sentido cuando se viven en congruencia con nuestros pensamientos y acciones, de otra manera no tendrán ningún significado sustancial en nuestras vidas. De ahí que en estas fechas aprovechemos para beber hasta perder la conciencia. Aprovechemos para comprarnos todas esas cosas para las que nos alcance nuestro dinero porque suponemos o creemos que esos bienes materiales nos harán sentir felices y en sintonía con la mayoría de las personas que nos rodean.
Es en estos días de la víspera del nacimiento de Jesús en que disfrutamos a lo grande de las comilonas. Son estos días en que nos sentimos estresados porque nos han hecho creer que es necesario regalar cosas a los demás para sentirnos bien y para que nos consideren buenas personas. Si te gusta alguna droga en especial, son estos días de la Navidad en que te metes más de lo normal, lo mismo que la vagancia... ¡es que va a nacer el Niño Dios! Y, luego, esas fiestas llamadas "posadas" que la mayor parte del tiempo son forzadas a realizarse porque, pues, va a ser la Navidad. Hay que juntarse, tomar, comer y bailar hasta el amanecer que diciembre pronto se va a acabar. Hay que comprar las mejores ropas que podamos comprar, aunque traigamos la conciencia sucia.
No. No soy un Grinch, creo, pero veo que nos estamos acostumbrando a hacer pasar lo malo como bueno y lo tonto como divertido, y hasta involucramos a los niños en esto y solo sueñan en lo que les va a "amanecer", en los días sin estudios, en los dulces y en los cohetes que sus padres les van a comprar,aunque estén prohibidos y aunque vivamos en una ciudad tan violenta que por sentido común nadie debería querer escuchar más cuetes tronar.
Así somos, y ahí vamos por el mundo cargando nuestro nihilismo, mercantilismo y la preocupación solo por uno mismo que las fechas producen, y alejados completamente del sentido de las fechas, porque no hay Navidad sin Cristo.