Esperando a los gusanos

Por: Redacción

Quién iba a pensar, quién iba a soñar que por unas tortas me iba yo a enojar; pero sí. Es la realidad. Como luego dicen los dicharacheros “has llegado a la edad de los nunca” o algo así; el caso es que por mi desmedido gusto por hincar el diente ando pegándole a los ¡90! kilos de peso, y eso, sí que no es nada bueno. Pues, no sólo es el ánimo lo que se te cae por los suelos, sino que a ese paso, también la barriga; claro que no es onda. No.

No sé si alguien le guste ser gordit@, a mí no, porque se vuelve uno menos funcional, no tanto por la apariencia, porque al menos a mí no se me hace que se vea mal la gente con sobre peso. Total, que para no hacerte larga la historia ando haciendo dieta ¡Por primera vez en mi vida!; y vaya que es difícil. Mis respetos para las personas que tienen años bajo este régimen. Por supuesto que conozco de carencias y de sacrificios, pero nunca en lo que a yantar se refiere. Ni modo; no hay mal que por bien no venga.

Yo, que mientras desayuno, pienso en qué comeré, y mientras como, pienso en lo que cenaré. Yo, que acostumbro a comer cinco veces al día. Yo, que soy un aventurero empedernido, deseoso siempre en conocer los sabores de todas de las fondas, taquerías, restaurantes, y demás lugares propios para este gusto. Yo, el mismo que aprende constantemente nuevas recetas y busca la forma de utilizar más y diferentes condimentos, tendré que recular un poco, o, al menos reorientar mis instintos alimenticios.

Pero, la verdad, se siente regacho andar haciendo todo el día de tripas corazón. Andar engañando al estómago con lo que se pueda, siempre y cuando sea “sin grasa” y en porciones mínimas. Imagínate sacarle la vuelta a los tacos de cabeza, a los hot dogs de los del Chinal, a los tacos de carne asada, las pizzas, bueno, aunque, en realidad no es tanto sacarles la vuelta del todo, sino que reeducarte a comer con responsabilidad. Difícil, pero no nos queda de otra; ya para estas alturas del partido el metabolismo va lento, el cuerpo requiere de menos alimentos para subsistir, y, como luego dicen: a menos calorías, mejor desempeño. ¡Pamplinas! Eso está por verse.

Por lo pronto a entrarle más a las frutas y verduras, y a esperar a que pase el tiempo para acostumbrarnos a comer menos, o, de plano, perder la batalla ante la tentación y terminar rodando.  Ya veremos.

Creo que sería bueno, ya entrado en estos menesteres, tratar de cambiar malos hábitos, pues sería interesante intentar también ponerme a dieta de malos pensamientos, de malas acciones y de omisiones. Ya veremos qué pasa, mientras tanto a cerrar la boca, al fin y al cabo, en boca cerrada no entran moscas.

También voy a olvidarme de los gusanos que añoran que pese mucho para el día de mi muerte darse un festín de muchos kilos. Olvídense muchachos, más vale que busquen en otra parte o se quedarán esperando.

Jesushuerta3000@hotmail.com