No dejó de ser un buen lance el que indujo al expresidente a presentarse con toda la formalidad de su nombre y proclamar su modalidad como desempleado
Por: Gerardo Armenta
En México, a los presidentes que dejan de serlo no les gusta el país. Por lo menos, algunos de ellos parecería que muestran esa actitud, porque prácticamente emigran a suelos lejanos. Otros han resuelto quedarse bajo entera normalidad. Nada debe tener de excepcional que un mandatario que ya no lo es asuma permanecer en la nación que gobernó. Pero tal será regla propia o costumbre en otros países. Aquí no.
Carlos Salinas de Gortari, un expresidente con esas distinciones, reapareció periodísticamente después de que pasara un largo tiempo sin que se supiera nada de él. Lo hizo a través de una entrevista que concedió a lo que hoy se conoce como podcast (un estudio de televisión) de la revista "Nexos". Una buena revista, sin duda. La entrevista quizá no haya sido la esperada, periodísticamente, tratándose de alguien que como Salinas de Gortari siempre gustó de la conversación pública, por lo menos durante su tiempo de poder.
Después, parecería que ya no fue él mismo frente a los medios, a los que eludió durante años. El caso es que al reaparecer en México (en esencia, el suyo ha sido un exilio voluntario) lo hizo con una especie de presentación personal un tanto jocosa. Lo dijo así: "Buenas tardes, ¿cómo están? Me llamo Carlos Salinas de Gortari y soy un desempleado, porque pensionado ya no, ahora que alguien nos quitó las pensiones". Habló sobre el Tratado de Libre Comercio (promoción suya de este lado), el cual, por cierto, parecería estar hoy en un momento complicado en virtud de la hostilidad hacia México por parte de los otros dos firmantes: Estados Unidos y Canadá.
Dijo que, más que "neoliberales", él y sus funcionarios eran pragmáticos, que tenían valores, principios, una filosofía que es servir a la gente, predicar con el trabajo y abrazar la libertad y la justicia. Señaló que su Gobierno se guio por el principio de lo que él llama "liberalismo social". La verdad es que Salinas de Gortari y los suyos debieron ser los únicos que entendieron esa clase de liberalismo.
Por lo demás, no dejó de ser un buen lance el que indujo al expresidente a presentarse con toda la formalidad de su nombre y proclamar su modalidad como desempleado, aunque pensionado ya no, en tanto que a los expresidentes del país se les canceló esta prestación. Pero debe ser claro que en su condición de desempleado y desprovisto de pensión como exmandatario, alguien como Salinas de Gortari no debe estar hoy en serias dificultades existenciales. Ni Vicente Fox en su caso, porque también se quedó sin pensión, podría alegar seriamente al respecto, lo cual ha hecho de todas maneras.
No sucede igual con los demás exmandatarios, como Ernesto Zedillo, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, que no se han ocupado de este tema. ¿Qué decir de Andrés Manuel López Obrador? Lo que se sabe: que fue él, como presidente, quien quitó las pensiones para este elevado nivel de servidores públicos. No se ve cómo, por lo menos en lo inmediato, podría volver esta prerrogativa para los exmandatarios del país. Debe haber muchísimos más mexicanos que sí necesitan realmente una pensión.
La presidenta Claudia Sheinbaum fue muy clara en relación con este tema, al ser abordada en su conferencia y cada vez mejor enfrentada "Mañanera" en Palacio Nacional. Allí dijo que ningún expresidente ha solicitado pensión. Y que, aunque lo hiciera, no se le daría, por supuesto. Aunque les queda un recurso a los exmandatarios. La presidenta Sheinbaum dijo que pueden solicitar la pensión de Bienestar. Pero para ello tendrían que estar en el país los que residen en el extranjero.
La pensión a los expresidentes involucraba varios millones de pesos al mes. Habrá que ver en qué termina este asunto, porque es evidente que debe existir, como existe, una respetable corriente de opinión pública que no está de acuerdo en beneficiar con un estipendio a quienes debieron cobrar un buen sueldo a lo largo de seis años. Pero no puede negarse que el tema es propio de discusión en uno y otro sentido. Aunque también habría que reconocer que el país tiene ante sí muchísimos otros asuntos de primer orden que es propio discutir y resolver conforme sea preciso hacerlo, sin perder tiempo en otros menesteres que no parecen venir mucho al caso a la hora de la hora.
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