Enredos de familia

Por: Redacción

El que es mi padre no es mi papá, porque mi padre nunca quiso a mi madre, menos cuando supo que estaba embarazada, así que mi madre se juntó con el que yo considero mi padre. El hombre que me formó. A mi verdadero padre nunca le importé, y años después lo conocí, pero nunca quiero volver a verlo. No me agrada en absoluto.

El que es mi hermano no es mi hermano de sangre, pero lo quiero como si lo fuera. Llegó a mi casa hace 9 años, cuando una tía, hermana de mi madre, vino y se nos lo dejó porque era el quinto hijo que tenía de diferente padre y en la casa de mis abuelos le dijeron que ya no le cuidarían ni un hijo más, y fue y aventó al bebé a casa de su hermana, mi madre. Desde que lo tuve en mis brazos prometí que lo cuidaría y lo trataría bien. Y así ha sido hasta ahora.

Ahora, mi madre, se fue con un novio y nos dejó a mí y a mi hermano y a mi papá, sin importarle un comino romperme el corazón, lo mismo que a mi hermano, que en realidad es su sobrino.

Desde entonces el que considero mi padre se ha vuelto muy gruñón. Muy corajudo, y lo peor del caso es que mi hermanito está agarrando su carácter y hasta repite las maldiciones que mi padre dice a cada rato.

Y lo entiendo que viva molesto, tiene un trabajo pesado, y esta no fue la primera vez en que mi madre lo engañaba sin pudor alguno.

Ahora él, mi padre, tiene una novia que ve por nosotros, nos trata bien, nos cocina cuando le queda tiempo ya que ella está casada y tiene que atender a su verdadera familia. La verdad, no sé qué le ve a mi padre porque es pobre, rezongón, no es guapo y lo peor es que ahora ha estado mal de salud. Ni sé qué le ve mi padre a ella porque es fea, casada, flaca y tiene una voz de pito que hace que te duelan los oídos al escucharla; será que se quieren.

Por lo pronto yo seguiré con mi vida de enredos familiares, buscando un trabajo y dejando atrás mis sueños de ser actor, es que ya estoy viejo, ya tengo 26, y ni modo de pedirle a Dios que me ayude, pues no creo en Él.