Un año más siempre es motivo de festejo, y también de reflexión, de reconocer errores para aprender de ellos y comenzar una nueva ruta
Por: Manuel Borbón Morales
Se escriben estas primeras líneas del año entrante deseando que los lectores de este escrito hayan pasado unas felices fiestas decembrinas en compañía de sus familiares y seres queridos, esperando que en sus hogares permee la paz y salud para comenzar este 2023 con renovados bríos de frente a los retos que hay por delante.
La entrada en vigor de un año más siempre es motivo de festejo, pero también, de reflexión, reconocer los errores cometidos en el pasado para en primera instancia aprender de ellos y en consecuencia, comenzar una nueva ruta para lograr los propósitos planteados durante los festejos tardíos de fin de año.
Este 2023, desafortunadamente para muchos, no pinta del todo bien ya que, como bien es sabido, los efectos generados derivados de las crisis mundiales, la pandemia del Covid-19 y, los conflictos armados que se sostienen en Oriente Medio y Asia, han generado una estela de estragos que se presentan en cascada por lo cual, los retos económicos y sociales para la sociedad mexicana no serán menores durante los próximos 12 meses que vienen por delante.
Pero bien, comencemos por analizar los datos otorgados por Organizaciones No Gubernamentales que nos brindan pronósticos y panoramas de lo que le espera por delante a nuestro país, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) quienes dentro de sus perspectivas económicas para México prevén una desaceleración económica del 2.5% sostenido hasta el año 2024, manteniendo igualmente los altos niveles de inflación presentados durante el año pasado, lo que en suma con la ríspida relación comercial que ha sostenido el Gobierno de México con su principal socio comercial, Estados Unidos, ha provocado que se avizore un panorama complejo para las llamadas clases trabajadores, quienes además de estas situaciones se deberán enfrentar al desesperanzador panorama de la inseguridad, misma que parece haberse generalizado y estancado en distintas regiones del país, donde se ha llegado al penoso grado de “Captura del Estado” donde el monopolio del uso de la fuerza y el poder público ha migrado de manos sin que autoridad alguna haya podido hacer algo al respecto, frenando de esta manera el crecimiento poblacional y económico de ciudades con gran potencial por detonar y entrar de lleno a la vida de las grandes urbes con las amenidades, servicios y mejoras a la calidad de vida que esto conlleva.
Evidentemente, en tiempos complejos como los que depara el porvenir nacional es importante que surjan liderazgos con la capacidad probada y la credibilidad suficiente como para generar un revulsivo social que genere la cohesión necesaria con las distintas vertientes de nuestra nación con un objetivo en común, no desfallecer en la búsqueda incansable de la senda del progreso nacional, para lo cual, una energía renovada, ideales firmes y la integridad de la mayoría de sus habitantes, será parte fundamental de esta nueva etapa de nuestro país que, como en épocas anteriores ha sabido salir airoso frente a la tormenta para, tal como lo haría el ave fénix, resurgir de sus propias cenizas más fuerte que la vez anterior.
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